Nacido en León, un 10 de junio de 1937. Desde muy pequeño se trasladó a vivir a Bilbao , por lo que se le puede considerar vasco de adopción. Se crió con ganas de ser futbolista , pero no tardó en descubrir que lo suyo era el baloncesto, ese deporte de las dos canastas que aún era cosa de unos pocos y que también crecía ‘a la sombra’ del llamado deporte rey. De esta forma, cuentan que Emiliano aprendió su famoso ‘tiro en suspensión’ en las canchas de la capital vizcaína imitando a unos baloncestistas de Filipinas.
En el Aismalíbar de Cataluña da sus primeros pasos hasta que la intención de terminar sus estudios de Perito Industrial e iniciar el curso de acceso a Ingenieros le obliga a trasladarse a la capital de España. Tras su mudanza firma por el Real Madrid en 1959. En el conjunto blanco vive sus mejores años. Emiliano era un escolta anotador de 1,87 que lideraba a sus compañeros por su espíritu dentro y fuera de la cancha. Gran envergadura , brazos largos y una zancada de impresión. Estas cualidades y su tremenda inteligencia en la cancha le hicieron destacar sobre el resto. Tenía buen tiro exterior y era un jugador rápido y de buenos movimientos.
Así se fueron sucediendo las temporadas y con ellas también los títulos doce Ligas, nueve Copas, cuatro Copas de Europa y una Copa Latina en catorce años vistiendo la camiseta madridista. Asimismo, lideró a toda una generación de baloncestistas españoles en virtud de sus 175 presencias con la selección nacional.
Su compañero de equipo y amigo Nino Buscató aseguró hace poco en un entrevista que está “convencido” de que Emiliano Rodríguez triunfaría en el baloncesto actual. Dos veces máximo anotador de la Liga española , es miembro del Salón de la Fama de la FIBA y si no probó suerte en los Estados Unidos fue por la reticencia que la NBA tenía respecto a los fichajes de extranjeros en aquella época. No importa. A Emiliano no le hizo falta cruzar el charco para brillar y enseñar el camino de la victoria al baloncesto español.
DEJA TU COMENTARIO