El 14 de marzo de 1989 pasó a la historia del Real Madrid y del mundo del baloncesto en general después de que Drazen Petrovic diese una lección en la final de la Recopa de Europa que el conjunto blanco se llevó ante el Snaidero Caserta. Petrovic se convirtió en el héroe del encuentro después de anotar 62 puntos en el partido y eso, a pesar de que enfrente estaba Óscar Schmidt, uno de los mejores jugadores del momento. Pero claro, Petrovic no era uno de los mejores, era sencillamente, el mejor.
DEJA TU COMENTARIO