Alma blanca





Supongo que tú, madridista de corazón, entenderás muy bien los sentimientos que voy a intentar expresar con estas líneas que nacen desde el fondo de mi alma blanca.

Existen ciertos momentos en nuestra vida de madridista que pocos podrán comprender y sentir como nosotros. Tienes ganas de saltar cuando ves una jugada. Lloras y ríes cuando uno de los tuyos atraviesa la línea fatídica. Te entristeces y te alegras sin poder controlar esa rabia contenida que te llega después de la explosión colectiva. Ser del Real Madrid es un sentimiento único que invade el fondo de tu ser . Ese escudo que llevamos grabado en nuestro pecho simboliza el amor fiel que nunca abandonarás. Se nace y se muere con un único color dentro nuestro corazón.

Cierto que, a veces, nuestras ilusiones se rompen y te sientes herido en lo más interno de tu ser. Levantas la vista, nublada por las lágrimas, y te ves impotente por lo sucedido. Respiras con dificultad y cuando lo das todo por perdido notas la mano amiga que te ayuda a seguir adelante. Dejas pasar ese tiempo doloroso y parece que la niebla comienza a disiparse con dificultad. Las nubes, que han descargado con inusitada violencia sobre nosotros, se alejan poco a poco apuntando una claridad a la que uno quiere aferrarse. Es lo único que nos queda. Levantarnos y mirar hacia adelante es nuestra gran prioridad porque todos sentimos que puede ser. Un atisbo de luz se sitúa encima de nuestras cabezas y nos miramos mientras volvernos a levantarnos todos juntos. La leyenda demuestra siempre su honor y valentía y se dirige hacia la dura batalla con su ejército de incondicionales.

Ser madridista es amor, sufrimiento, emoción, llantos, alegrías, risas, rabias...es querer al más grande y complicado de amar. Ser del Real Madrid es lo más especial y único que hay. Tú, que eres de los nuestros, sabes lo que digo. No es una moda pasajera producto de triunfos ocasionales. Es algo grande y hermoso. Es una filosofía de vida que está por delante de la mayoría de las cosas. Ser del más grande es demostrar que vives por y para él a pesar de los resultados. Es ver la camiseta con su escudo y notar como un cosquilleo te invade el estómago y el vello se eriza sin control. Es una cuestión de fe.


Yo soy feliz así y sé que tú, blanco de alma, lo eres también y lo seguiremos siendo hasta que la luz se acabe.

¡Hala Madrid!