DC repasa las Copas de Europa: hoy la primera

La historia del fútbol es blanca.





En estos tiempos, después del conato de formar una Superliga Europea que hubo hace una década, se vuelve a hablar tímidamente de una competición que reúna a los mejores clubes del viejo continente y los haga enfrentarse en formato de liga con una estructura similar a la de la NBA. Pero hace 60 años, cuando Europa aún sufría las consecuencias de la II Guerra Mundial, unos pioneros pensaron en crear la Copa de Europa. Gabriel Hanot, editor de L'Equipe en 1955 lanzó la idea habló con el propietario de la publicación y comenzaron a escribir artículos en los que se gestaba el germen de lo que sería la Copa de Europa: Un torneo en el que participaran los campeones de liga o ( en caso de no existir) de Copa de los países europeos. Que se enfrentaran en partidos de ida y vuelta en sus respectivos estados en unos encuentros que se disputarían entre semana en horario nocturno para facilitar la asistencia de los aficionados.

Así nació la Copa de Europa

El presidente del Real Madrid , Santiago Bernabéu, no tardó en sumarse al proyecto. En 1953 había incorporado a Di Stéfano y con él en sus filas el conjunto blanco se encaminaba a ganar su segunda Liga consecutiva. Mientras, el nuevo estadio madridista construido en 1947 era ya considerado un acierto por parte de los aficionados. Era el momento. La Copa de Europa era la competición perfecta para el Real Madrid. Había nacido para jugarla.

Después de intensas reuniones, el Holtel Ambassador de Paris sería testigo de la primera reunión seria. Con Bernabéu y su inseparable Raimundo Saporta al frente, representantes de 16 clubes europeos comenzaron a perfilar las líneas maestras de la competición. No fue fácil, la propuesta de Hanot y el presidente blanco tenía competidores. Una que aglutinaría a los clubes de las ciudades con las ferias comerciales más importantes de Europa y otra iniciativa apoyada por Italia y algunos países de centroeuropa. Desde el principio, el proyecto de Don Santiago y L'Equipe parecía el más sólido. El dinero de los derechos televisivos comenzaba a hacerse realidad y el presidente madridista instó a compartir el resultado de las taquillas de los partidos de ida y vuelta entre ambos contendientes.

Los tres proyectos se presentaron a la UEFA, que les advirtió previamente de que ninguno podría llamarse Copa de Europa (al menos oficialmente). Pero Bernabéu, Hanot y los suyos pensaron en todo y en una reunión celebrada en el Hotel Castellana Hilton de Madrid decidieron denominarla Copa de Clubs Campeones Europeos, perfilaron el calendario y concretaron los presupuestos. Finalmente un 21 de mayo la UEFA no hizo otra cosa que dar vía libre a la competición. Todo listo para que los 16 mejores equipos del continente dirimieran quién era el mejor.

El esperado debut

El Real Madrid debutaría un 8 de septiembre de 1955 en el estadio de Charmilles en Ginebra , pero antes del estreno se quería dar al partido la trascendencia merecida y el actual Rey Juan Carlos, que contaba entonces con 17 años , participó en una recepción al conjunto blanco en Lausana.

Ya en el césped, los protagonistas del debut blanco en su competición predilecta fueron Juan Alonso, Navarro, Oliva, Lesmes, Muñoz, Zárraga , Molowny, Pérez Payá, Di Stéfano, Rial y Gento.

Los suizos no tuvieron opción ninguna en ataque, pero aplicaron una defensa tan férrea, que los blancos se fueron al descanso sin el premio del gol y se temía que un contragolpe de los suizos certificara la sorpresa. No fue así y el capitán Miguel Muñoz rompió la igualada en el minuto 74 a pase de Di Stéfano. Después, los helvéticos se fueron al ataque y Rial con un notable disparo conformaría el definitivo 0-2 en el marcador.

La vuelta no resultó problemática. Tuvo lugar un 12 de octubre y en un ambiente de gala propiciado por el día de fiesta, los blancos se dieron un festín al vencer por 5-0. Di Stéfano fue el encargado de inaugurar el marcador y , por tanto, el que estrenó el casillero de goles del Real Madrid en la máxima competición Europa.

El primer gran reto: superar el infierno de Belgrado


Los cuartos de final no serían tan sencillos. Tocaba el Partizán de Belgrado. La ida en Madrid fue un paseo y el 4-0 en campo propio presagiaba una eliminatoria plácida para el Madrid. Castaño (en dos ocasiones), Gento y Di Stéfano desarbolaron a los balcánicos en un excelente encuentro. Pero había algo con lo que no se contaba. El viaje a Belgrado en pleno invierno. Con campo nevado y, en unas condiciones que hacían impracticable el fútbol, Santiago Bernabéu fue claro: “Hemos venido a jugar y jugaremos” insistió a la expedición blanca. Así lo hicieron en pleno mes de enero del 56.

El partido se complicó, los locales corrían más, parecían más rápidos, daban pases más precisos y ,sobre todo, no se resbalaban con la nieve. ¿Qué pasaba? ¿Por qué sucedía esto? Francisco Gento y otros jugadores madridistas desvelarían años después que los yugoslavos se habían untado un líquido en las botas que podía ser petróleo para poder moverse mejor sobre el campo. En ese infierno, el cancerbero Juanito Alonso se convirtió en héroe. Acabó el partido con un golpe en el tobillo derecho, pero ni eso ni la presión del contrario sirvieron para contrarrestar las magníficas intervenciones del portero madridista. Al final, 3-0 para el Partizán, en una victoria insuficiente para ellos. El Madrid ya estaba en semifinales. Y el Milan les esperaba con el cuchillo entre los dientes.

El Milan, gran rival en Europa

Hoy en día es considerado el clásico de los clásicos del fútbol europeo. Pero para todo hay una primera vez. El primer Madrid- Milan de la copa de Europa se jugó en el Santiago Bernabéu un 19 de abril de 1956.

El templo blanco estaba abarrotado, cerca de 100.000 espectadores esperaban seguir las evoluciones de hombres como Schiaffino, Liedholm o Norhdahl. Los italianos no serían los protagonistas del encuentro. El Milan se olvidó del balón y aplicó un 'catenaccio' de época que no les sirvió de nada pues los merengues pusieron a funcionar toda su maquinaria ofensiva y se impusieron por 4-2. En San Siro tocaría sufrir al caer por 2-1, y sólo un Di Stéfano en estado de gracia pudo impedir que el
nefasto arbitraje (dos penaltis pitados a favor de los trasalpinos) apeara al Madrid de la final.

La gran final

Un 13 de junio de 1956 en París se viviría la primera gran fiesta del fútbol europeo. Real Madrid y Stade de Reims habían llegado a una final que iba a ser televisada a varios países y que levantaría una expectación sin precedente. Aunque los madridistas eran favoritos gracias a su delantera formada por hombres de la categoría de Rial, Gento y Di Stéfano, el Stade de Reims no era un rival fácil y contaba en su plantilla con hombres de la categoría de Raymond Kopa. El genio francés ,que posteriormente ficharía por la escuadra merengue, Leblond o Hidalgo, entre otros.

Mal comienzo del Real Madrid. Leblond y Templin anotaban dos goles para los franceses a los diez minutos de comenzar el encuentro. El estadio francés era una fiesta y el colegiado Mr Ellis anuló el tercer tanto a Hidalgo. Pero si hay algo que cimenta el espíritu de los blancos es el hecho de no rendirse nunca. Muñoz, alma del equipo blanco envía el balón a Di Stéfano para que deposite el balón en el fondo de las mallas.Los blancos se desesperezan y la furia frabcesa se disipa. Gento
y Joseíto comienzan a hacer de las suyas, Rial sitúa en el empate en el marcador con un remate al saque de un córner botado por Joseíto.

Ya en la segunda parte, Hidalgo deshace la igualada en el 62, pero lejos de amedrentarse, los madridistas dan un paso al frente y Marquitos aprovecha un rechace para establecer el 3-3. La fiesta no había terminado Héctor Rial, la estrella del partido fusila la meta de Jacquet de un soberbio remate a diez minutos del final. 4-3, victoria sublime y celebración en París. Ésto es el Real Madrid. Así comienza la leyenda en la copa de Europa. Una leyenda que sólo acaba de empezar.