La primera Copa Intercontinental

El Madrid reafirmó su poderío ante el Peñarol de Montevideo





Estaba claro que la Copa de Europa (ahora redenominada Champions League) nacida en mayo de 1955 había sido un éxito. Encandiló al público, y fue beneficioso para los clubes participantes, tanto desde el punto de vista económico como en el deportivo. Nadie puso en duda que este tipo de competición necesitaba un equivalente en el fútbol sudamericano.

Por eso, la Confederación Sudamericana de Fútbol mantuvo una reunión en Rio de Janeiro para celebrar una competición de corte similar que sería el germen de la actual Copa Libertadores. Además , el secretario general de la UEFA de aquella época, Henry Delaunay, solicitó a su homólogo brasileño que el campeon de Europa y el de Sudamérica, jugaran una eliminatoria a doble vuelta para dirimir el mejor equipo entre ambos continentes.

Finalmente ,no se pudo jugar tan deseado choque en 1959, pero un año después se solucionaron los problemas y por fin se pudo jugar la primera edición de la Copa intercontinental.

Madrid y Peñarol, dos equipos con clase


El Madrid de las cinco copas de Europa iba a mostrar su poderío al otro lado del charco. Por fin el público sudamericano podría contemplar el arrollador juego de la entidad del Santiago Bernabéu.

El equipo merengue llegaba en su mejor momento. La final ante el Eintracht de Frankfurt de la quinta Copa de Europa estaba ya en aquella époco considerado como un encuentro para recordar. Se esperaba mucho del conjunto blanco en su primer asalto a la Intercontinental,

Su rival sería un equipo con historia en su continente: El Peñarol de Montevideo. Europa contra América. Dos velocidades, dos estilos bien diferenciados, casi contrapuestos, se verían las caras en un acontecimiento histórico.

Goleada de un Real Madrid que sentó cátedra

Unas lluvias que embarraron el campo evitaron que la ida jugada en julio tuviera más interés. Aún así, un brioso Peñarol no quiso irse sin dar una alegría a su público, pèro Domínguez y la consistencia blanca en cuestiones defensivas evitaron la derrota e impidieron que se moviera el marcador. Un 0-0 algo inquietante qu lo dejaba todo para el siguiente choque que se jugaría dos meses más tarde. 

Todo el mundo sabía que el Real Madrid era netamente superior al cuadro uruguayo, pero los madridistas no querían descuidarse, principalmente Miguel Muñoz, el mítico míster blanco. El partido de  vuelta se disputó un 4 de septiembre de 1960 en el Santiago Bernabéu vestido con sus mejores galas y con un público deseoso de disfrutar con las jugadas de su equipo. Los locales no quisieron ningún tipo de sorpresa y desde los primeros compases del choque quien mandaba sobre el césped. La salida en tromba del pentacampeón europeo evidenciaba, además, que salía dispuesto a disipar cualquier duda.

 

El sistema defensivo de los charrúa estaba claramente encaminado a intentar frenar las acometidas blancas. Ni siquiera pudieron intentar frenar el vendaval madrileño pues tres minutos después del pitido inicial ‘Pancho Puskas había anotado el primero. Una combinación entre Del Sol, ‘Cañoncito' y Di Stéfano finalizaría con tanto del húngaro de la zurda de oro.

Los madridistas celebraron con alboroto el tempranero primer tanto que encarrilaba el encuentro. Y cuando apenas les había dado tiempo a festejarlo y a sacar de centro , de nuevo Puskas lanza un poderoso disparo, convenientemente desviado por Don Alfredo, ante el que nada puede hacer Maidana.

Aunque suene feo decirlo, cinco minutos habían bastado para desarmar a los uruguayos que veían impotentes la enorme diferencia. Por eso, una buena internada de Del Sol es cortada por la zancadilla de un defensa al borde del minuto 10. El rechace es favorable a Di Stéfano, quien no duda en ceder la pelota a Puskas para que fusile al guardameta uruguayo. Se avecinaba la goleada.

Después del festival de goles, tocaba tranquilizar el partido. Era el momento de gustarse, tocar y sacarle unos pocos olés al Bernabéu. Pero aún habría tiempo para anotar el cuarto al bode del descanso anotado por Herrera antes de que terminara la primera parte.

 

Con 4-0 en el marcador, la segunda parte era innecesaria, aunque sirvió para Gento rubricara la manita y para que los de Montevideo no se fueran de vació, merced al tanto de Spencer. 120.000 espectadores en el Bernabéu habían disfrutado de lo lindo.

Se acabó, el conjunto blanco había sellado con esa final a doble partido frente a Peñarol su manifiesta superioridad. Tras la ‘Quinta' ,llegó la Intercontinental y, con ella, el oficioso título de mejor club del mundo.