Drazen Petrovic, el 'Mozart' de Sibenik

DC REPASA LA CARRERA DE ALGUNOS DE LOS MEJORES JUGADORES DE BALONCESTO MADRIDISTAS DE LA HISTORIA





Nacido en la localidad croata de Sibenik un 22 de octubre de 1964, el joven Drazen se crió en el seno de una familia humilde. Con una ética de trabajo impecable, un talento natural para el baloncesto y un intenso amor por el deporte de la canasta, se enrola en las filas del equipo de su Sibenik natal. Allí no tarda en despuntar y en convertirse en una de las más firmes promesas del exigente baloncesto que se practica en los Balcanes. Era un genio, sí, pero lo que le hizo el mejor no fue su tremenda habilidad sino su obsesión por ser el mejor. A la edad de 15 años disputa su primer minuto en la liga yugoslava. Al año siguiente la conquistó venciendo en la final al Partizán de Belgrado.

En ese momento aún no era una estrella, pero todos hablaban de las increíbles condiciones de ese muchacho de pelo rizado y aspecto ligeramente desgarbado, que se convertía en una máquina de anotar canastas cada vez que entraba en la cancha. Tras convertirse en una institución en el equipo de su ciudad con 19 años, en 1984 ficha por la Cibona de Zagreb, donde hace historia en el básket europeo. Allí gana dos Copas de Europa y colecciona títulos y reconocimientos individuales y colectivos que harían palidecer a algunos de los más grandes.

Entre sus rivales en el viejo continente estaba un Real Madrid que, harto de enfrentarse a esa pesadilla ofensiva que era Drazen Petrovic, decidió que lo mejor que podía hacer era ficharle. No sin dificultades por una ley que impedía salir de la antigua Yugoslavia a los menores de 28 años. El deseo del futbolista y del club blanco puede más y logran cambiar la normativa.


A pesar de que únicamente estuvo una temporada en el Real Madrid, 'Mozart', como se le conocía en el universo baloncestístico dejaría una huella imborrable en forma de trofeos. Su tiro excelso y su inigualable capacidad anotadora serán recordados para siempre en el corazón del madridismo aunque los aficionados blancos únicamente pudieran disfrutar de él una campaña en la que se ganó la Copa del Rey y la Recopa de Europa con un extraordinario partido en la final frente al Snaidero Caserta en el que anotó 62 puntos.

Después de exhibiciones de tal calibre, la llamada de la NBA era un clamor. Seleccionado en la decimotercera posición del draft de la NBA de 1986 por los Portland Trail Blazers, llegó a la mejor liga de baloncesto del mundo en 1989, tras pagar un millón y medio de dólares al Real Madrid.

Su aterrizaje en la competición estadounidense no fue todo lo bueno que se esperaba y en sus dos primeros años apenas se vislumbró su potencial, pero su fichaje por los New Jersey Nets lo cambió todo. Poco a poco se hizo un hueco en la rotación hasta que se convirtió en un jugador clave en el equipo. De hecho, en su último año promedió 22,3 puntos por partido ganándose un hueco en el tercer quinteto de la NBA.

Desgraciadamente, cuando se adivinaba un jugador en franca progresión sufrió un accidente de tráfico en Alemania el 6 de junio de 1993 y perdió la vida. El mundo del baloncesto lloró conmocionado su pérdida. Habia muerto Drazen Petrovic, pero habia nacido un mito del deporte de la canasta.