Cunningham, el hombre que levantó al Camp Nou

Te contamos la historia de Laurie Cunningham, un jugador irrepetible





Nacido en Londres el 8 de marzo de 1956. De padres jamaicanos, a los 18 años hizo su debut en el fútbol profesional en las filas del Orient de Birmingham. Dos años después ya era el jugador más prometedor del West Bromwich Albion. Con la velocidad de una pantera y la habilidad de un bailarín, Cunningham lideró a aquel equipo que, a mediados de los setenta, escribió sus páginas más gloriosas. Talentoso, rápido, incisivo e imprevisible, Laurie no tardó en impresionar en la Premier ni en llamar la atención de los grandes clubes europeos.

Una eliminatoria de la Copa de la UEFA de 1979 le abrió las puertas de un Real Madrid deseoso de encontrar un ‘galáctico' que le hiciera dar un paso adelante en el ‘Viejo Continente'. Los blancos no dudaron en tirar la casa por la ventana para contratarle. Cunningham tuvo un precio de 195 millones de pesetas, un verdadero récord para la época.

 


En febrero de 1980 logró algo que muy pocos han conseguido en los más de 110 años en la historia del Real Madrid: Salir ovacionado del Camp Nou. Cunningham realizó una actuación soberbia en territorio del máximo rival. Con su velocidad y su garra volvió loca a la defensa azulgrana, que poco podía hacer ante tal demostración de poderío. El resultado de 0-2 para los madridistas se quedó corto para expresar la sublime actuación de Cunningham.

 

Pocos ingleses han triunfado en la Liga española y Cunningham no fue la excepción, pese a que había muchas esperanzas puestas en su fichaje. Los principales problemas de Laurie fueron la falta de adaptación y las lesiones. El 16 de noviembre de 1980, en un partido contra el Betis se rompió el dedo del pie izquierdo y cortó su progresión de forma definitiva en la entidad de Concha Espina.

Trágico final

A partir de entonces, llegó la cuesta abajo. Abandonó el Real Madrid por la puerta de atrás en 1983 para partir rumbo al Manchester United, pero ya poco quedaba de aquella estrella en ciernes pues las lesiones y la falta de continuidad y regularidad acabaron con una carrera que en sus primeros años se adivinaba prometedora. La muerte de dos de sus hijas le sumió en una profunda depresión y ya nunca volvió a ser el mismo.


Curiosamente, apuró sus últimos años de fútbol en el Rayo Vallecano, después de pasar por el Sporting de Gijón , el Olympique o el Leicester. La tragedia se cebó con Cunningham el 15 de julio de 1989. Descanse en Paz, Laurie. El Madridismo siempre te recordará como el hombre que levantó al Camp Nou.