Irlanda se 'planta' ante la FIFA

Tras la mano 'tramposa' de Henry





"No lo concederá -dijo Ahern- porque no somos nadie en el fútbol mundial, pero pongamos (a la FIFA) en el aprieto. Es lo menos que le deben a miles de jóvenes seguidores que se sienten desolados. Si se mantiene el resultado, se reforzará la idea de que conviene hacer trampas para vencer", afirmó el ministro.

El caso es que "la mano de Dios" del delantero galo Thierry Henry, con la que se ayudó para controlar un balón y dar un pase de gol, se ha convertido en un agravio para Irlanda, que se siente también robado por los presidentes de la FIFA y de la UEFA, Joseph Blatter y el francés Michel Platini, respectivamente. Antes de partir hoy de París, el capitán del once del trébol, Robbie Keane, ironizó sobre la felicidad de ambos dirigentes, quienes "probablemente están aplaudiendo, Platini, ahí sentado al teléfono con Sepp Blatter, quizá mandándose mensajes de texto, encantados con el resultado".

No obstante, los dardos más envenenados los reservó para Henry, al que se califica de mentiroso, tramposo o hipócrita, referencia ésta última a su gesto de sentarse en el césped junto al defensa Richard Dunne al término del partido. ¿Para qué? Se preguntan en Irlanda. Lo realmente útil, se discute en las tertulias, habría sido una rectificación inmediata del capitán francés con el árbitro, quien, según comentan los expertos, podría haber anulado el tanto después del "mea culpa".

Argumentos a toro pasado y completamente estériles, como la petición de repetición del partido, posibilidad que la propia FIFA descartó hoy mediante un comunicado. El normalmente comedido rotativo "The Irish Times" abre hoy sus páginas deportivas con titulares del tipo "Henry traicionero, tus artes engañosas te marcarán", y arguye que será recordado por esa mano tanto como por sus cualidades futbolísticas. El "Independent", el periódico más vendido en Irlanda y proclive, en ocasiones, al sensacionalismo, también apunta al delantero del FC Barcelona: "Thierry el ladrón robó nuestro sueño", escribe el comentarista Vincent Hogan. Y agrega: "París tiene la capacidad de hacer que te sientas desgraciado. Visten mejor que nosotros. Su lengua es una carta de amor inacabable. Todos suspiran ante la belleza de sus edificios. Es como si incluso los pobres estuviesen matriculados en alta costura".