No diga Barça: diga cagómetro

El Barcelona casi cede el liderato al Madrid tras dejar a un inofensivo Tenerife empatar en el Campo Nuevo





La lluvia torrencial sobre el Campo Nuevo no hacía presagiar nada bueno para los culés. La afición blaugrana, que para eso es muy ‘señorita’, dejó las gradas de su flamante estadio semi – vacías. Y los jugadores, que debieron pensarse que el partido iba a ser un paseo, se tomaron la contienda literalmente a cachondeo.. La prepotencia se paga cara, y en esta ocasión su soberbia casi le ha costado un disgusto.

En un primer momento parecía que los de Oltra  iban a dar el envite por perdido. Y es que tres de sus titulares (Nino, Ayoze y Bertrán) fueron reservados por su técnico al estar apercibidos de sanción. Y eso se tradujo en un dominio inicial de los blaugrana aunque, al contrario de lo sucedido en otros encuentros, eso no se tradujo en ocasiones de gol. Es más, quien dio el primer aviso fue el Tenerife por medio de Alfaro, quien lanzó alto un balón tras rematar absolutamente solo en el punto de penalti.

Como dice el tópico, el que perdona la paga. Y los tinerfeños sufrieron un severo castigo tras desaprovechar esa clara ocasión. Alves, en el minuto 12, dio el primer aviso a Aragoneses, y cuatro minutos después fue el de siempre, el enano Messi, el que pondría por delante a su equipo tras aprovechar una jugada embarullada en el área. A partir de ese momento, el Barcelona se dedicó a sestear, a tocar de un lado a otro de una forma infumable, insoportable, como si pretendiera que el Tenerife se durmiera la siesta también junto a los espectadores. No solo no lo consiguieron, sino que los de Oltra consiguieron dar la campanada en el Campo Nuevo. Todo ocurrió tras un error de Puyol sacando la pelota, que facilitó una contra del Tenerife que fue finalizada con acierto por Román Martínez.

EL BARCELONA ESTABA DE LOS NERVIOS EN LA 2ª PARTE


La cara de los culés en los instantes posteriores a ese tanto era para haberla grabado. Una mezcla de miedo, pavor e impotencia que puede traducirse en una sola palabra: CAGÓMETRO. Los de Guardiola se cagaron en los pantalones literalmente, y empezaron a creer de verdad que el partido se les podía escapar de las manos. Los 15 minutos del descanso fueron los más largos vividos en el Campo Nuevo, y los servicios del estadio estuvieron colapsados durante ese tiempo.

Como respuesta al miedo, los jugadores al Barcelona salieron muy presionados en el segundo tiempo. Incapaces de crear ocasiones debido al buen hacer del Tenerife, no fue hasta el gol del serbio Bojan cuando los culés respiraron aliviados. Ese tanto fue como cuando sales del váter después de una imposición, porque el alivio que vivieron los culés tras ese tanto fue de órdago. Producto de esa relajación marcó Pedro 3-1, y a partir de ahí el partido ya no tuvo historia. Eso sí, el bueno de Delgado Ferreiro, por si había dudas de las preferencias de la Federación en esta lucha por la Liga, anuló un gol absolutamente legal a los canarios para evitar que la gente del Campo Nuevo se pusiera de los nervios. Un capítulo más y el Barcelona sigue líder, pero en estos momentos está más débil que nunca.