El dominio italiano y el 'Maracanazo'

Italia y Uruguay dominaron el torneo en sus primeras ediciones





Tras la negativa de un buen número de naciones de acudir a los Juegos de Amsterdam de 1928 quedó claro en la FIFA que había llegado el momento de crear un torneo de fútbol independiente. Así, el 26 de mayo de 1928, en la ciudad holandesa, el congreso de la FIFA votó el nacimiento de un nuevo torneo que se organizaría en 1930 y estaría abierto a todos los países miembros y se dio el papel de anfitriona a Uruguay en su calidad de campeona olímpica y en vista a que en ese año se celebraba el centenario de su independencia.

La decisión de organizar el torneo en Sudamérica hizo que un gran número de países del Viejo Continente se mostraran reticentes a cruzar el Atlántico debido al alto coste que esto generaba e incumplieran su promesa de participación. Sin embargo, los esfuerzos personales de Jules Rimet, presidente de la FIFA, consiguieron, por lo menos, convencer a cuatro delegaciones: Bélgica, Francia, Yugoslavia y Rumania.

Así, en julio de 1930 arrancó la historia de los Mundiales de fútbol con la ciudad de Montevideo como sede única y con una participación de trece naciones: cuatro europeas, ocho latinoamericanas y un combinado representante de Estados Unidos.

El primer partido de la historia de la Copa del Mundo enfrentó a Francia y México, con victoria de los galos por 4-1 y el honor para el francés Lucien Laurent de marcar el primer gol, pero los grandes dominadores del torneo serían Uruguay y Argentina, con Guillermo Stabile, autor de tres tantos ante México, primer 'hat trick' de la historia de los Mundiales.


En la final, disputada en el espectacular estadio del Centenario ante 100.000 espectadores, con las dos selecciones del Mar de la Plata frente a frente, los 'charrúas' terminarían remontado una desventaja de 2-1 al descanso para imponerse a Argentina por 4-2.

El capitán uruguayo José Nazassi tuvo el honor de levantar por primera vez el trofeo 'Victoire aux Ailes d'Or', una estatua de 30 centímetros de altura, fabricada en oro y con un peso de cuatro kilos, esculpida por el francés Abel Lafleur, y que el país ganador mantuvo en su poder hasta la siguiente edición.

España debutó en Italia' 34

Italia, en una polémica decisión de la FIFA, después de que el país transalpino no lograra su objetivo de organizar el torneo de 1930, fue designada como sede de la segunda Copa del Mundo, del 27 de mayo al 10 de junio de 1934.

El campeonato inauguró el sistema de clasificación previa, que tuvo que jugar incluso la anfitriona, y de los 32 aspirantes salieron una lista final de 16 participantes, entre ellos la selección española, y con el despecho de los sudamericanos, puesto que en devolución de lo sucedido en 1930, Brasil y Argentina no enviaron a sus mejores equipos y Uruguay prefirió ni viajar para defender su título.

La selección española, donde destacaba en la portería el mítico Ricardo Zamora, llevó a cabo un digno papel y cayó en los cuartos de final ante la anfitriona en el partido de desempate.

Florencia fue escenario de una auténtica batalla entre españoles e italianos que finalizó en empate a uno. Al día siguiente, en el choque de desempate, España pagó el esfuerzo y un gol de Giuseppe Meazza daba a Italia el billete para las semifinales, donde doblegaría a Austria, de nuevo con tanto de Meazza.

En la final, a los italianos les esperaba Checoslovaquia, que se convirtió en la revelación del torneo liderados por el delantero Oldrich Nejedly tras dejar en el camino a Alemania. Los checos enmudecieron a veinte minutos para la conclusión el Olímpico de Roma al adelantarse en el marcador con un gol de Puc, pero Orsi forzó 'in extremis' la prórroga y ahí Schiavio dio el primer título mundial a la escuadra 'azzurra'.

Tras Francia' 38, parada por la Guerra

La tercera Copa del Mundo se disputó en Francia, en honor a Jules Rimet, una edición marcada por la gran sombra de la guerra que se cernía sobre Europa y que, por decisiones políticas, dejó fuera a varias naciones como la propia España, relegada al estar inmersa en la Guerra Civil, Austria o Argentina.

En la primera edición en la que el país anfitrión y la vigente campeona estaban clasificados de manera automática, tomaron parte un total de 15 selecciones, entre ellas y por primera vez, Brasil. La 'canarinha', con su delantero Leonidas como gran estrella, fue la gran revelación del torneo y suyo fue el mejor fútbol. Sin embargo una polémica decisión del seleccionador Pimenta, que en las semifinales ante Italia decidió reservar al atacante, dejó fuera al equipo de una final que disputó la 'azzurra', tras sorprender por 2-1.

La final, en París, enfrentó a Italia con Hungría, que se deshizo en semifinales de Suecia, y la selección transalpina no dejó escapar la oportunidad de sumar su segunda corona al derrotar a los magiares por 4-2, con tantos de Colaussi y Piola por partida doble.

La derrota más triste de Brasil

Brasil fue la encargada de acoger la vuelta de la Copa del Mundo de fútbol tras la Segunda Guerra Mundial y después de un parón de doce años. Un total de 13 selecciones, con el estreno en el campeonato de Inglaterra, participaron en esta fase final en la que se introdujo el sistema de competición de dos rondas en las que todos jugarían entre sí, una de clasificación y una final con los cuatro mejores equipos.

España, liderada por Ramallets, Basora, Gainza y Zarra, firmó en Brasil'50 su mejor clasificación de la historia, concluyendo el torneo como cuarta y escribió una de las páginas más brillantes del balompié español con una histórica victoria ante Inglaterra gracias a un antológico gol de Zarra.

Brasil, España, Suecia y Uruguay fueron los cuatro países que llegaron a la liguilla final por el título ante el bajo nivel demostrado por la bicampeona Italia, que se vio especialmente afectada por la tragedia aérea del Torino, donde perdió a algunos de sus mejores futbolistas.

La 'canarinha', con un país completamente entregado al fútbol, parecía ir lanzada hacia la que podía ser su primera Copa del Mundo tras aplastar en la ronda final a suecos (7-1) y españoles (6-1), pero le aguardaba una trágica conclusión. En el partido final Brasil tan sólo necesitaba un empate ante Uruguay para levantar el trofeo, que a partir de esta edición pasó a llamarse 'Copa Jules Rimet', en honor al ex presidente de la FIFA, y nada hacia pensar que no fuera capaz de pasar por encima de una Uruguay cuyo caminar en la competición había sido más bien discreto.

El fútbol 'samba' de los brasileños les hizo adelantarse en el marcador en los instantes iniciales de la segunda parte, pero los uruguayos no se acobardaron ante los 174.000 espectadores que abarrotaban el templo de Maracaná y tras empatar firmaron el tanto de la victoria (2-1) a once minutos de la conclusión. Brasil había perdido 'su' Copa y toda la nación quedó desconsolada ante este hecho.