Los canguros australianos quieren dar el salto definitivo

Australia llega al Mundial de Sudáfrica tras unos excelentes resultados





El 2005 fue el año clave del resurgir australiano, cuando la selección se unió a la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), para poder competir por una de las cuatro plazas de clasificación automática que tiene asignadas Asia.

El cambio marcó el comienzo de una serie de logros impresionantes para el fútbol australiano. Ese mismo año se creó el primer campeonato futbolístico totalmente profesional de Australia, la Hyundai A-League, mientras que en noviembre la selección nacional logró clasificarse para la fase final del Mundial de Alemania 2006 después de 36 años de ausencia, en una cita que también fue en el país germano.

Por ello, los 'socceroos' contarán con la experiencia adquirida en Alemania 2006. En aquel momento, el combinado dirigido por el holandés Guus Hiddink fue una de las sorpresas del Mundial al llegar a los octavos de final, en donde cayeron por la mínima (1-0) ante Italia, por un polémico penalti en contra en el minuto 95.  

En esta ocasión, la selección australiana llega a Sudáfrica bajo las ordenes del holandés Pim Verbeek, ex ayudante de Hiddink y que ha intentado seguir la misma filosofía de buen fútbol que su antecesor, clasificándose como primera de grupo. Los oceánicos, encuadrados con Japón, Bahréin, Qatar y Uzbekistán, consiguieron seis victorias, dos empates y ninguna derrota, con 12 goles a favor y solamente uno en contra.  


En el terreno de juego, Australia, donde predomina su fútbol físico, está dirigida por los centrocampistas Brett Emerton y Tim Cahill, que militan en el Blackburn Rovers y Everton, respectivamente. Los dos futbolistas, curtidos en la 'Premier League', serán los directores de orquesta del mediocampo australiano, siendo los máximos goleadores del equipo en la fase de clasificación, con 6 dianas cada uno.

Otro de los pilares del equipo son los veteranos jugadores Mark Schwarzer y Harry Kewell. El primero, portero del Fulham de 37 años,  es el seguro de vida de la selección en la portería, donde lleva más de 70 partidos como internacional; mientras que el segundo, apodado el 'Mago' y que sale de una lesión, está lejos de ser el jugador que brilló en el Leeds United y en el Liverpool, pero sigue siendo el de mayor talento.

Verbeek, en lo que será su despedida del combinado 'aussie' en busca de nuevos retos, tratará de que el fútbol prime sobre el físico para tener opciones en un duro grupo junto a Alemania y Ghana, y la siempre talentosa Serbia, por lo que superar la primera ronda será todo un éxito para un equipo al que le falta todavía mayor competitividad.

Tim Cahill es su mayor talento

El centrocampista ofensivo Tim Cahill es ya la clara referencia del combinado nacional, tras haber destacado como goleador gracias a su asombroso sentido posicional, su habilidad y su poderío en el juego aéreo. A pesar de no ser excesivamente alto (1,80), coordina perfectamente los tiempos del salto y es un peligro constante en todas las faltas de su equipo.  

Hijo de madre inglesa y padre samoano --cuando sólo tenía 14 años jugó en la selección sub-20 de Samoa-- el centrocampista del Everton, que sólo ha militado en el conjunto de Liverpool y en el Millwall inglés, debutó en 2004 con Australia en los Juegos Olímpicos de Atenas, siendo elegido ese mismo año como el mejor jugador de Oceanía.

Desde entonces, ha sido internacional en 37 ocasiones, habiendo marcado 19 goles, uno de ellos el primero de Australia en un Mundial, lo que da muestras de su facilidad anotadora, pese a no ser un delantero. Otro aspecto que destaca mucho en su juego es la inteligencia que tiene para ubicarse dentro del campo.

Verbeek con la filosofía de Hiddink

Tras un largo periodo de aprendizaje a las órdenes de Guus Hiddink, el holandés Pim Verbeek saltó al primer plano para conducir a Corea del Sur a la Copa Asiática 2007, para hacerse cargo en diciembre de 2007 de Australia, justo antes del inicio de la competición preliminar para el Mundial de Sudáfrica.

Verbeek ha mantenido la línea iniciada por su compatriota, con un equipo edificado sobre una retaguardia sólida y tenaz --como demuestra el hecho de haber recibido un solo tanto en toda la fase de clasificación-- aunque intentando mantener la competitividad y el buen trato de balón inculcados antes por Hiddink.

El seleccionador holandés goza, además, de un gran respeto entre sus jugadores, a los que ha infundido un gran sentido de pertenencia a un conjunto, transformándolos en un bloque altamente motivado y concentrado y contribuyendo a profesionalizar el fútbol australiano.