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En este sentido, según informa El Confidencial, Cesc se siente despreciado por la directiva entrante, en especial por Sandro Rosell. La declaración de intenciones que, en un momento dado, Fábregas hizo al afirmar que le gustaría volver al Barcelona fue una estrategia pactada previamente con Laporta para tratar de desgastar al Arsenal en una posible negociación, sin embargo, con la salida del propio Laporta la estrategia se vino abajo y acabó truncándose.
Rosell, en una de sus primeras gestiones como presidente culé, habló con el Arsenal. El equipo inglés se descolgó pidiendo 60 millones de euros. Ahí acabó la insistencia del Barcelona en Cesc, algo que el internacional español tiene clavado en el corazón ¿Tanto como para rechazar el próximo año un nuevo acercamiento al Barça? Sólo él tiene la palabra…mientras Florentino parece no terminar de perderle de vista por si las moscas.
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