Felicidades Pepe -Hipocresía culé.

Felicidades Pep





Cuan fácil es, como se suele decir, ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el ojo propio. Retrocedamos unos tres años, quizás algo más...

Recuerdo que tras el glorioso pasillo, el burbujear de la hirviente sangre blaugrana se plasmaba en los titulares de todos los medios de comunicación ajenos a la caverna. La afición barcelonista pedía a gritos un cambio en el banquillo, pues consideraban que Rijkaard ya no estaba capacitado. Era el fin de un ciclo.

  Los candidatos a ocupar el puesto técnico del Barça provocaron una división de opiniones en cuanto al aficionado se refiere. Algunos abogaban por el ascenso de Pep Guardiola, pero más numerosos eran aquellos que veían en el un pobre soñador que poco podía hacer con un vestuario de tales dimensiones. Esa mayoría se decantaba por un antiguo conocido, alguien a quien llamaban el traductor, un tal José Mourinho, ¿les suena?.

  En cuanto al Regal Barça, se hablaba de un grandísimo entrenador de baloncesto que llevaba dos temporadas dirigiendo al CSKA de Moscú y que vendían como la gran baza para volver a ganar la Liga ACB. Ese gran entrenador tan idolatrado por los diarios de Barcelona era un italiano llamado Ettore Messina. ¿les dice algo ese nombre?


 La plantilla de fútbol navegaba como un barco desgobernado. Eto’o estaba teóricamente sentenciado. Ronaldinho no era ni sombra de lo que fue, y su compañero de parrandas, Deco, tampoco gozaba de la simpatía de la hinchada ni de la directiva. Las noticias sobre la purga del vestuario azulgrana se sucedieron durante semanas.

Sonaba el nombre de un joven y ambicioso crack portugués que defendía la casaca de los Red Devils allá por el campeonato liguero de las Islas Británicas, conocido como Cristiano Ronaldo.

 La prensa barcelonista se obsesionó con dicho fichaje llegando a publicar incluso que “no sería descabellado pagar más de 70 millones de euros por el futuro mejor jugador de la historia”, a la par que se deshacían en elogios hacia el astro de Madeira. Vaya vueltas que da la vida, ¿no creen?

  Pero unos años antes, el F.C. Barcelona ya ansiaba la contratación de un extremo, también, según los medios de la ciudad condal, llamado a ser el mejor del mundo, que por aquel entonces jugaba en el Chelsea.

El joven holandés, conocido por todos como Robben, acabó vistiendo la elástica blanca a pesar de que la prensa afín al Barça afirmaba rotundamente que el club dirigido por Joan Laporta era su única opción si emigraba de Londres. También se pedía a gritos que el presidente les fichase a la estrella del Milan, cuyo sueño también era jugar en el Barcelona, ¿o ese sueño era realmente de los seguidores blaugranas? ... Ya ven, fiabilidad al 100%.

Más atrás aún todos recordarán a otro veloz extremo luso que besaba el escudo azulgrana cuando marcaba un gol y acabó siendo recibido en la que fue su casa con todo un “festín”, una dulce cabeza de cochinillo y una botella de J&B.

  omo dijo Hugo Sánchez en cierta ocasión, “me fui del Atléti al Madrid de la misma forma que un cocinero busca siempre trabajar en el mejor restaurante”. Y razón no le faltaba al genio.

 La historia siempre se repite, y en el fútbol no se iba a hacer una excepción.

  Qué diferentes se ven las cosas cuando todas aquellas eminencias deportivas soñadas acaban recalando en el equipo enemigo, al servicio del máximo rival. Estos solo son unos de los muchos. Así es más fácil entender su odio visceral hacia todo lo que huela a blanco.