Los recogepelotas de Villadiego.

Su eficacia para retirar las dos botellas-proyectil y salir a la fuga.





Sucedió tras el pitido final del árbitro Undiano Mallenco. Algunos vándalos situados detrás de la portería de Iker Casillas decidieron probar su puntería con el cuerpo del guardameta como diana y, por desgracia, acertaron. Una de las dos botellas que volaron hacia el de Móstoles impactó en su cabeza, provocando que el portero se tendiese en el césped dolorido.

Muchos jugadores no lo vieron. La mayoría se encaminaban ya hacia la entrada al túnel de vestuarios. Sin embargo, los que presenciaron el botellazo se apresuraron a interesarse por el futbolista. No serían los primeros en llegar hasta Casillas. Antes, tras un esprint en toda regla, dos de los recogepelotas sevillistas habían llegado a la altura del capitán merengue para dejar una de las imágenes de la jornada copera. Lejos de ayudar al jugador del Real Madrid tumbado sobre el terreno de juego, cada uno de ellos se ocupó de retirar una de las botellas que le rodeaban. El objetivo era esconderlas. Que el árbitro no pudiera verlas.

No es un hecho aislado ni exclusivo del recinto sevillista. Los recogepelotas, además de devolver el balón al juego, cumplen una serie de funciones adicionales, normalmente dictadas por el propio club, en todos los estadios de España, de Europa y del Mundo, también en el Santiago Bernabéu: acelerar el juego cuando el equipo local no está ganando, dejar correr los minutos cuando sí lo hace, retirar objetos que puedan arrojarse al terreno de juego para que el árbitro no pueda recogerlos y señalarlo en el acta...

Lo que en esta ocasión llamó tanto la atención fue la evidencia de la acción. La vertiginosa carrera de los recogepelotas. Su eficacia para retirar las dos botellas-proyectil y salir a la fuga. Los propios jugadores blancos que se acercaron a Casillas, sorprendidos, señalaban a Undiano Mallenco la dirección que habían tomado tras recoger las botellas. Las de Villadiego.