Maxi López, que había llegado a Porto Alegre sin ritmo de juego procedente del FC Moscú, entró en los últimos minutos del partido y redondeó la goleada, al aprovechar un rechace. Para celebrar el gol, el jugador argentino se chupó el dedo, en homenaje a su hijo recién nacido, Valentino, que estaba en la grada en los brazos de su madre, Wanda Nara. Tras el partido, López declaró que se está sintiendo bien y que está mejorando "poco a poco". "Es siempre lindo (hacer gol) y más ante los aficionados. Sentí mucha emoción. Estoy muy feliz. Este partido fue increíble", afirmó el ex jugador del Barcelona, según recogió la web del diario Zero Hora.
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