“Para ser sincero, el balón me dio en la mano, aunque yo no quería tocarlo”, reconoció el defensa. “El árbitro decidió lo que quiso y hay que respetar las decisiones”, añadió Piqué, consciente de que si el noruego-azulgrana cumple con lo que dictamina el reglamento, además de penalti le habría mostrado tarjeta amarilla.
“A veces la decisión es errónea. Yo simplemente estoy contento de haberme clasificado para la final. El resto escapa a nuestro control”, añadió Piqué a la agencia AFP, en una buena demostración de que la justicia arbitral le da lo mismo salvo que sea para quejarse.
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