Esa sufrida situación económica tiene en vilo a Laporta que, a su vez, tiene la presión (pública y privada) de Guardiola para hacerse con varios fichajes que considera prioritarios. Con el maletín de los billetes agujereado cual coladero, el Barcelona se agarra a dos actuaciones para conseguir dinero que le permita hacer frente a futuras contrataciones: vender un jugador consagrado del plantel o ¡vender más terreno de Sant Joan Despí! Los mismos que despotricaron por la venta de la Ciudad Deportiva del Real Madrid podrían reconducir su economía gracias a un negocio mercantil. Tremendo.
Debido a todo ello, en Barcelona temen que varios de sus objetivos para la próxima temporada (Ribery, Silva o Villa) no puedan jugar en su club por no poder hacer frente a los grandes equipos europeos en el tema económico. De ahí la salida de tono de Laporta el pasado miércoles, en la que se quejaba del gasto realizado por el Real Madrid en el fichaje de Kaká. Laporta tenía su razón. No tiene un duro para su club. Así de claro.
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