El mayor presupuesto de su historia cae a Segunda

El año del 75 aniversario maño





El Real Zaragoza con mayor presupuesto de su historia, el sexto de Primera División, acaba en Segunda en la temporada en que celebra su 75 aniversario, coincidencia que lo ha hecho más doloroso todavía. La segunda temporada del proyecto del máximo accionista del equipo maño, Agapito Iglesias, y del presidente, Eduardo Bandrés, fracasó de la manera que ni los más pesimistas hubieran imaginado en la peor de sus pesadillas, en la pérdida de categoría.

El director deportivo, Miguel Pardeza, el secretario técnico, Pedro Herrera, y el primer entrenador de los cuatro que han pasado por el banquillo zaragocista esta temporada, Víctor Fernández, construyeron un equipo desequilibrado tácticamente, con muchas carencias en determinadas zonas y con jugadores con más pasado que presente y con más nombre que rendimiento. Además, el técnico no dio nunca con la fórmula para sacarle partido y tampoco supo manejar un vestuario que se convirtió en una bomba de relojería y que le acabó explotando en la cara.

Los fichajes generaron unas expectativas desmedidas en el propio club al inicio de la temporada, en la que los propios jugadores se cegaron por el resplandor que creían irradiar, que interiorizaron una grandeza no demostrada y que pensaban que estar entre los mejores era su posición natural, pero que se olvidaron de que en el deporte la complacencia es un compañero peligroso de viaje, lo que acabó por no dejarles ver que sin trabajo y esfuerzo es muy difícil triunfar.

Así, el equipo navegó por una zona que no era la suya pero no aprendió la lección y fue descendiendo lenta, pero progresivamente, hasta colocarse cerca de la zona de descenso para acabar metiéndose en ella. Sólo en ese momento en que comenzaron a sonar todas las alarmas se tomó conciencia de la situación, pero entonces se pasó del exceso de confianza al miedo a no saber responder a la situación. De todos los estamentos del club tan sólo se salvan los seguidores zaragocistas.

D"Alessandro y los cuatro técnicos

El argentino se convirtió en la bomba que dinamitó el vestuario. Se apostó por la solución de emergencia del entrenador del equipo juvenil, un Ander Garitano que no tenía ninguna experiencia pero que fue bien acogido por la plantilla por su pasado reciente como jugador pero que fue como el Guadiana. Tras dirigir un partido de liga y otro de Copa alegó razones personales para presentar la dimisión y siempre quedó en el aire, y todavía no se ha desvelado, qué fue lo que realmente ocurrió para que optara por dicha determinación.

La inesperada decisión del preparador vasco cogió por sorpresa al club, que buscó en la experiencia de Javier Irureta, tanto en el plano futbolístico como en el de manejar vestuarios difíciles, la solución para intentar solventar la papeleta. Sin embargo, después de seis partidos el veterano técnico vio que era incapaz de enderezar el rumbo de una nave a la deriva porque los jugadores seguían sin apreciar el peligro real que había y optó por marcharse.

La última papeleta del banquillo le tocó a Manolo Villanova, técnico que se encontraba dirigiendo al Huesca, en Segunda B, que había sido ex jugador y ex entrenador del conjunto maño y que como zaragocista de pro respondió a la llamada de auxilio de un equipo moribundo y de las mismas personas que, años antes, le habían despedido del equipo filial por no dar el perfil de entrenador.

Se consumó así un nuevo descenso después de seis años y con un claro parecido a aquella ocasión en la que se produjo también la mayor inversión en fichajes hasta ese momento y el paso de tres entrenadores por el banquillo ("Txetxu" Rojo, Luis Costa y Marcos Alonso).