Mérida rememora su glorioso pasado gracias a la roja





A unos metros del Teatro y Anfiteatro, los 15.000 extremeños que se dieron cita en el remozado Estadio Romano vitorearon a las estrellas de hoy como sus antepasados hicieron hace 2.000 años con gladiadores y aurigas.

Casillas, Villa o Cesc fueron hoy en Mérida lo que no en otro tiempo el gran auriga lusitano Diocles, que comenzó en el aún conservado Hipódromo, ante 30.000 personas, su racha de 1.462 victorias.

Ávida de grandes espectáculos, Mérida, después de un efímero paso de su equipo por la Primera División y con dos equipos ahora en la Tercera, acogió con los brazos abiertos el debut de la selección española en su estadio.

Faltaron varios estadios "romanos" como éste para cubrir la demanda de la afición extremeña, ya que las 5.000 mil entradas vendidas por Internet y en taquilla "volaron".

Después, la locura, cientos de personas recibiendo a la selección en el aeropuerto, otras tantas en el hotel, llenazo en el entrenamiento y más de lo mismo en el partido.

Hubo fiesta antes, durante y después del choque, aunque el equipo y la afición funcionó a ráfagas, ya que el juego no fue ni mucho menos el concierto que ante Bélgica.

El éxtasis por la presencia de España comenzó con la alineación de España, los gritos de "Manolo, Manolo, Manolo" a "Manolo el del bombo" -rendido a la afición en el círculo central-, la salida de los nuestros y los himnos. Después, el clásico "¡¡A por ellos, oe!!".

Por momentos, fue la afición la que tuvo que animar el cotarro con la "ola" o el "¡¡Hola fondo norte, hola fondo sur!!.

Los dioses acompañaron también al centurión Del Bosque, ya que, con el pinchazo de Bosnia antes los turcos, conocido antes del inicio del partido, sólo era cuestión de tiempo que las legiones rojigualdas conquistarán su pase para Sudáfrica en 2010.

Fue una noche de abanicos, de sofoco, en la que el centenar de estonios y sus jugadores no se derritieron, como se esperaba, a pesar de las altas alturas extremeñas.

La cuarta presencia de "la roja" en Extremadura, después de los partidos frente a Rumanía, en Cáceres (0-2), y Chipre (8-0) y Leichtenstein (4-0), se saldó con la previsible victoria de España, más corta de lo deseado.

¡Ave!, Sudáfrica, aquí está España.