Talento final







"Este año toca, ganamos la Eurocopa", cantaba la afición española antes del partido y España la regaló un triunfo de etiqueta ante un rival que jugó asustado y perdió. El talento de los pequeñines, la fortaleza de la defensa, que por fin apareció, y la insistencia, porque faltó pegada tras la lesión de Villa, llevan España a jugar su tercera final de un Europeo de tres semifinales disputadas. Los de Luis hicieron el partido más completo de los cinco que han jugado y ni el cansancio físico la afectó. Que España sea uno de los finalistas es un premio al fútbol; no se puede decir lo mismo de Alemania.

El partido se planteaba para que fuera de contraataque. Daba lo mismo qué equipo lo hiciese, pero nada de nada hasta que llegó el primer gol, el de Xavi (50"). Un tanto que desnudó la verdadera diferencia entre estos dos equipos de perfil similar. España tuvo que madurar a los rusos para dar esa exhibición de contras y llevarse el triunfo con autoridad.

Rusia, por su parte, planteó un partido repleto de precauciones, de juego lento, de tedio... Se refugió en su campo y atacó con timidez, quizá impresionada por los bofetones que tuvo que aguantar en la jornada inaugural y ese temor la llevó a recibir otra paliza. Hubo algún que otro augurio positivo de que la película podría repetirse, a pesar del amarillo-mostaza u oro de la camiseta, y es que llovía como hace 15 días en Innsbruck. Diluviaba sobre una Viena iluminada por esta Eurocopa con la luz que desprende el juego de esta selección. Con un estilo propio denominado tiqui-taca o toque-toque, pero perpendicular.

Lesión de Villa



El control del juego en la primera parte fue de España. Tenía a favor que Hiddink utilizaba una pareja de centrales inédita, que daba la sensación de ser lenta, pero no hubo demasiadas opciones de medirla hasta la segunda parte, cuando las contras españolas hicieron estragos a pesar de la larga torpeza de Torres. El del Liverpool es un desastre. Juega acelerado, es impreciso y a veces parece que se va a romper; eso sí, si la jugada le sale aparecen los piropos. Para colmo de males se rompió Villa y tuvo que retirarse. La aparición de Cesc ofrecía otra perspectiva al ataque y del 4-4-2 se pasaba al 4-5-1, el segundo plan de Luis durante toda la fase preparatoria. El resultado fue juego-embudo por el centro del campo y alejarnos un poco del área defendida por Akinfeev.

¿Y Rusia qué? Poca cosa. No hubo atisbo del equipo que maravilló ante Holanda, salvo algún detalle de Pavluychenko. Arshavin, declarado el enemigo público de España, lo intentó pero nuestra defensa estaba avisada y no le dejó maniobrar. En una palabra, estuvo espectacular ante el veneno ofensivo del rival. Los rusos jugaron lentos y más pendientes de anular a España que de desplegar su juego, o quizá fuera que esperaba a que a los nuestros se les acabara la gasolina para explotar sus mejores cualidades. No tuvieron esa oportunidad porque España fue un rodillo.

El gol de Xavi y mucho fútbol

Era una consigna: Hiddink no quería que su equipo se desmelenase y se acoplaba al ritmo que imponían los de "mostaza". Pero el talento en fútbol muchas veces triunfa y esa fue la base de una goleada que ya recoge la historia como ejemplo de espectáculo. Y el talento muchas veces aparece de la manera más sorprendente, pero aparece y lo hizo en una jugada sin rumbo. Iniesta conectó un disparo desde el borde del área que se iba al banderín de córner cuando Xavi apareció como una bala por el centro del área para conectar con el balón y alojarlo en las redes rusas. Un gol de intuición y de churro, qué importa, que abría la puerta hacia la final.

A partir de ahí apareció el fútbol, aunque eclipsado por Torres, ¡cómo no!, que desaprovechó un puñado de ocasiones fabricadas con la magia que mueve los pies de los Cesc, Iniesta, Silva y Xavi. Hasta que Luis decidió apuntalar al equipo sentando al del Liverpool (¡Dios qué suplicio!) por Güiza y dar descanso al goleador Xavi por Xabi Alonso. Y no había que ser muy listo para pensar que si España seguía elaborando como hasta entonces iba a llegar el segundo, y sin Torres y con Cesc, pues más. Y así fue, el del Arsenal conectó con el nuevo delantero centro del equipo que hizo su trabajó y no falló: un pase celestial de Cesc que Güiza se llevó con el pecho y culminó de vaselina. Y en plena fiesta, otra contra lanzada por Iniesta a Cesc y éste a Silva que firmó el 3-0. Pudieron ser más, pero ese marcador era un golpe de felicidad para la afición de una las selecciones más grandes del planeta que vivía deprimida en los últimos años por su quiero y no puedo.

Un triunfo que sitúa a España en la gran final porque se lo merece, porque ha sido el mejor hasta aquí jugando al fútbol y esto, señores alemanes, se trata de eso, de jugar bien al fútbol y los nuestros lo bordan.

LA FICHA

España: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Xavi (Xabi Alonso, 68"), Senna, Iniesta, Silva; Villa (Cesc, 34") y Fernando Torres (Güiza, 68").

Rusia: Akinfeev; Zhirkov, Ignasevich, Berezutski, Anyukov; Semak, Saenko (Sychev, 57"), Semshov (Bilyaletdinov 57"), Zyryanov; Arshavin y Pavluychenko.

Goles:

1-0: (") Xavi, culmina un disparo de Iniesta desviado.

2-0: (") Güiza finaliza con habilidad y de vaselina un pase maravilloso de Cesc.

3-0: (") Silva, machaca una contra perfecta a pase de Cesc.


Arbitro: Frank De Bleeckere, de Bélgica. Perdonó la tarjeta a Zyryanov por una entrada muy fea a Silva. Amarilla a Bilyaletdinov (58").

Estadio: Ernst Happel. 52.000 espectadores.