Gloria al fútbol

Vergonzoso arbitraje de Rosetti que parecía el amante de Ballack







Gloria al fútbol, a España, a Luis Aragonés y a las madres que los parió. Campeones. España reina en Europa. Por fin. Se acabaron las excusas y apareció el fútbol, el del talento, el de los jugones para levantar la Copa de campeón continental al cielo de Viena. Impecable campeonato de un equipo que nos ha enamorado, nos ha enganchado, nos ha hecho disfrutar durante 21 días. Y en el partido de la verdad tampoco falló, un gol de Torres nos dio el título y ni alemanes, ni rusos, ni italianos, ni suecos ni griegos lo dudan. Cuarenta y cuatro años después España ganó su segundo título de Europa y sucede a Grecia con toda justicia.

Llegó tarde

Fue 0-1, pero pudieron ser muchos más, porque España aplastó a una Alemania previsible, poderosa, pero sin imaginación ni fútbol. Justo lo que puso España sobre el tapete verde Ernst Happel de Viena. Puso fútbol, toque, talento, mentalidad y condición física. Le faltaron goles, porque Torres solo arriba era poco, pero lo suficiente para cazar la suya y dar el título a España.

España tardó en engancharse a la final. Llegó un poco tarde. No era para menos, la tensión y la responsabilidad pesa y más si enfrente tienes a un equipo poderoso que te plantea el partido para jugarlo en una baldosa, sin espacios. Un comienzo sufridor con unos alemanes metidos en su campo renunciando a la presión y con una telaraña de jugadores por detrás del balón que limitaban los espacios. Además, con un solo atacante arriba había pocas salidas para desahogar el juego. El partido no empezó como esperábamos, no pintaba bien pero llegó el primer tiro de España, o mejor dicho de Metzelder, que Lehmann sacó por reflejos. Fue el primer disparo, el punto de inflexión, que equilibró el juego (13").



La suerte y el árbitro

Pero estos alemanes tiraron de "culo" en un remate de cabeza del errático Torres, que se estrello con la raíz del palo con Lehmann batido. La diferencia de estatura se empezaba a equilibrar con el juego a ras de suelo que daba muchos problemas a los teutone. Una única referencia arriba parecía poco, ante un rival cuyo mejor recurso era la conducción del balón aprovechando su condición física. Además, no se cortaban a la hora de sacar el hacha con permiso del árbitro italiano, acostumbrado a una Liga en la que eso es lo normal.

Torres, que había retado en varias ocasiones a los centrales en balones largos, le llegó otro pero en carrera con Laham, que como defensa es un chollo; el del Liverpool le superó y picó con maestría ante la salida de Lehmann. Un gol para la esperanza, pero había que ser cautos porque Alemania y el árbitro podían conseguir empatar. Tanto que Ballack parecía el cuñado de Rosetti o igual su amante, no se sabe, porque el alemán daba a diestro y siniestro y para hacer daño. Y como buen cuñado justificó la amarilla que se había ganado de largo y, de paso, a Casillas, que pasaba por allí. De vergüenza.

Con Alemania buscando el empate, España empezó a hacer "tiqui taca". El segundo no llegó antes del descanso por falta de precisión en el último pase. Llegó el tiempo de descanso y a pesar del 0-1 quedaba un poso de indignación por el injusto arbitraje y porque España pudo casi sentenciar la final. En cuanto a fútbol, sólo los nuestros hacían la propuesta ante el juego perpendicular de los teutones, que veían abujereadas sus líneas con diagonales y paralelas de los pequeñines de rojo.

La fuerza alemana y el toque de seda

Los jugones tenían 45 minutos aún por delante para confirmar que habían sido los mejores de esta Eurocopa. Rosetti seguía empeñado en fastidiar, mientras que los alemanes salieron más decididos a atacar, aunque se encontraban con las contras de seda de los españoles. ¡Madre mía si hubiese jugado Villa! Hinchado, se hubiese hinchado a jugar y quien sabe si a aumentar su leyenda a base de goles.



Podía pasar cualquier cosa, pero España ya sacaba el manual, gustaba y se gustaba. Las conexiones coloreaban el encuentro, aunque toda precaución debía ser poca ante el "culo" de estos teutones capaces de empatar sin jugar un pimiento. Y lo intentaron a base de fuerza física, de marrullerías (visto que el árbitro era como Beti la fea para nosotros) y de balones al área.

Luis movió fichas, reforzó y refrescó el centro del campo con Xabi Alonso y Cazorla, por Cesc y Silva. El partido entró en arreones de ataque por una y otra parte, con España más cerca del gol y más control de los germanos. El partido se movía con dos equipos que jugaban en el alambre. Torres restaba precisión al ataque, cansado y peleado con los defensas y con su propia técnica. Luis se dio cuenta y sacó a Güiza.

¡Qué Viva España!

España tenía una cosa buena, que no se aculaba, que quería jugar a pesar de ir ganando. Quería matar el partido, aunque muriese en el intento. Un sello de equipo grande. Ser así mina la moral del rival, que mentalmente se siente más cansado por ese quiero y no puedo. Y los españoles sufríamos, pero sufríamos por ese casi, por ese último pase, por esa pierna que la empujase. El tiempo se consumía y consumía a los alemanes que cada vez eran más pequeños y los nuestros más grandes. Y así se fueron consumiendo los minutos y el partido para que España entera se lanzase a la calle a celebrarlo a lo grande y es que esto es lo más grande que hemos vivido tanto aficionado español a la vez. Menos tres batracios que hoy se han quedado sin cenar. Ya saben a quienes me refiero. ¡QUÉ VIVA ESPAÑA!



LA FICHA

Alemania: Lehmann; Fiedrich, Mertesacker, Metzelder, Lahm (Jansen, 46"); Frings, Hitzlsperger (Kuranyi, 57"); Schweinsteiger, Ballack, Podolski; Klose (Gómez, 78").

España: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna, Xavi; Iniesta, Cesc (Xabi Alonso, 62"), Silva (Cazorla, 65"); Torres (Güiza, 77").

Goles:

0-1 (32") Torres supera la salida de Lehamn picando el balón por encima.


Árbitro: Roberto Rosetti, de Italia. Penoso y vergonzoso colegiado, que apoyo siempre a Alemania a la que favoreció siempre en las "faltitas". Amarilla a Ballack (42"), Casillas (42"), Torres (74") y Kuranyi (87").

Estadio: Ernst Happel de Viena.
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