El Santiago Bernabéu siempre tiene la razón

Desde los principios del marketing y de la atención al cliente se acuñó la frase de que: "El cliente siempre tiene la razón"


cuandonohaya

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Se oyeron pitos el otro día frente al Rayo, pese a los goles. Y no me extraña. Hacía tiempo que no veía una manita con tanta tristeza como la del pasado domingo. Me imagino que algunos tenían esa sensación de tristeza como cuando te quedas fuera de una fiesta. Y es que de la fiesta de la Liga no nos ha echado nadie, sino todo lo contrario, éramos el primer invitado y sin casi darnos cuenta, nosotros mismos, nos hemos vetado la entrada a un selecto club del que creíamos ser los dueños.

"Remaremos contra corriente" decía el bueno de José Luis Pizarro en su tertulia 'Madridistas de Cataluña' en Radio Marca, uno de esos tipos que como yo, solemos pagar el pato al que me refería al principio de estas líneas. Porque ser madridista en Madrid siempre es más fácil que serlo en Barcelona. "Estoy de acuerdo" le dije. Pero siguiendo con las metáforas, no teníamos ninguna necesidad de nadar contracorriente, sino todo lo contrario. Hace unos días nos sentíamos como Edward John Smith, el famoso capitán del Titanic saliendo del puerto de Southampton. ¿Y el final? Ya lo saben ¿Y el de la Liga? Veremos. Pero últimamente he perdido la confianza en los milagros y mi crisis de fe, como la de muchos de ustedes, no es debida a que haya dejado de confiar en las remontadas, sino porque visto lo visto en estos últimos partidos, lo difícil no será que el milagro ocurra, sino que dejen que ocurra.

"Nunca hablo de los árbitros". Esa frase que sólo deberían permitirse algunos periodistas. Los jugadores, entrenadores y Presidentes si deberían hacerlo, porque al fin y al cabo son ellos los únicos que pueden defender al Real Madrid. Yo nunca lo he hecho. No porque sea un superhéroe o mejor o peor persona por no hacerlo, simplemente porque creo que el Madrid nunca debió perder el clásico en su casa con media liga en el bolsillo. Perdónenme, pero no fuimos mejores y eso hace que lo demás no importe.

Pero el público del Bernabéu es sabio como el de cualquier otro espectáculo. En la ópera se le llamó ‘respetable', no tanto por la calidad de las personas que lo forman, sino más bien porque es el ‘respetable' quien paga la fiesta. Marcelo se dio cuenta rápidamente y pidió disculpas a la afición después del partido en Sevilla, porque sabía que ni cinco goles a la semana siguiente frente al Rayo servirían para silenciar los pitos. Pitos, para algunos divididos, para otros unánimes y para algunos excesivos, pero no se queden con la anécdota, sino con la cuestión de fondo. La afición ha expresado su hartazgo con un aviso a navegantes. La única forma que tiene este equipo para transformar los silbidos en silencio es dando un golpe encima de la mesa en la Champions y ganando la final de Copa. A veces un reproche a tiempo es efectivo. Como decía el periodista brasileño Nelson Rodrigues: "El gran abucheo es mil veces más fuerte, más poderoso y más noble que el gran aplauso". Amén.


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