Y entonces llegó el Tata

"De aquellas portadas que situaban a Martino en los altares de la ingeniería del fútbol se ha pasado a enormes titulares que piden su cabeza"


cuandonohaya

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Hoy amanecían todos los diarios de Barcelona situando la diana sobre el bueno del Tata. Y digo "bueno", porque es precisamente lo que han vendido durante todo este tiempo esos mismos diarios que hoy lo masacran. Recuerdo tertulias donde yo parecía el loco de la colina por decir que este tipo no era entrenador apto para el Barça. Recuerdo incluso, que algunos se esforzaban día tras día en repasar en voz alta lo que ellos consideraban un ‘currículum intachable' mientras yo les reprochaba un palmarés discreto, al otro lado del charco y sin pisar un campo de Champions. Yo creí, en su día, que el bueno del Tata no estaba a la altura de las circunstancias, no porque sea yo un superdotado del fútbol ni porque guarde bajo mi cama la bola de cristal, simplemente apliqué el sentido común. De aquellas portadas que situaban a Martino en los altares de la ingeniería del fútbol se ha pasado a enormes titulares que piden su cabeza como si eso fuera la solución a sus problemas. Mejor para nosotros.

Si hace unos meses, o incluso años, me dijesen que el ciclo del Barça lo iba a poner fin un argentino en el banquillo y que el principal culpable iba a ser la dejadez de Messi y la ineficacia de una directiva acusada por la justicia española y la FIFA, hubiese pensado que se trataba de una película de Almodóvar. Ahora empezamos a entender algunos porque Guardiola -tipo listo nos guste o no- cogió la puerta antes de que crecieran las llamas. Fíjense, aquellos que decían que al Real Madrid no lo reconocería ni la madre que lo parió después de la marcha de Mou, resulta que estamos en la final de Copa, con la Liga por decidir y en semifinales de Champions. ¿No será que el solar lo ha dejado Guardiola? Piénsenlo.

Pero no se engañen amigos, en el partido de este miércoles no habrá lloros, ni Tatas, ni sanciones de la FIFA. Será una final, y en las finales no hay crisis que valgan. El Barça llegará con la idea de poder seguir vendiendo a su afición que "no estamos tan mal" -como dijo Laporta en su día y al que tanto echan de menos ahora- e intentar pescar algo en la que ha sido la temporada más patética que se les recuerda, sobre todo fuera del campo. Y el Madrid tampoco llega en su mejor momento, con la cabeza pensando en otras competiciones y con Cristiano en el gimnasio. Así que amigo Ancelotti esta vez no habrá excusas, es una oportunidad, no sólo para ganar un título, sino para acabar de ‘rematar' -deportivamente hablando, se entiende- a un rival que está pidiendo a gritos que termine la temporada.

En el fondo me sabe mal por el bueno del Tata. Coincidí con él a principio de temporada y charlando me pareció un tipo interesante. La culpa no es suya, es de los que intentaron venderlo como el padre e inventor del fútbol y como el salvador de un proyecto donde la planificación brilla por su ausencia. Esos mismos que lo ensalzaron han sido los culpables de todo con la ayuda de unos futbolistas sin alma. Decía el poeta Antonio Porchia, argentino por cierto: "Que lleve cada uno su culpa y no habrá culpables". Pero cuando cuesta decir la verdad siempre es más fácil buscar uno.


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