Espantando el favoritismo





Sobre esto, desde luego, en el Camp Nou ya están en sobre-aviso. Así lo demuestran cada vez que pueden, especialmente si, como este domingo, dejan escapar puntos en la jornada liguera. Nadie quiere ser máximo candidato al título, a pocos les gusta ser el centro de atención para el resto o el rival a batir en cada partido. Como esa etiqueta de favoritismo ya se la ha colgado media España al Barcelona, la opción más repetida desde la Ciudad Condal es la de tirar balones fuera y esperar que no rebote.

Guardiola empezó, ya en su presentación, dejando claro su guión respecto al Real Madrid. No quiere enemistades, no pretende desmarcarse demasiado de su archienemigo porque como bien ha conocido a lo largo de los años, cuando uno destaca sobre el otro, los problemas están a la vuelta de la esquina. Así que, pasito a pasito y con buena letra, intenta liquidar cualquier síntoma de superioridad para evitar decepciones mayores en el futuro y la mejor forma de hacerlo es limitar el ego de sus jugadores. ¿Favoritismos?, no gracias.

Laporta, su mentor, tampoco quiere recibir elogios excesivos (por más que le encante). En cada aparición deja una maravillosa referencia del Madrid, intentando mantener buena sintonía, respetando a todos y, en fin, dejando ver que la presión debe ser compartida.

Ese guión está bien aprendido en el vestuario porque, si ir más lejos, Valdés aseguraba este lunes que ese Madrid que todos ven en crisis está ‘al acecho’ y a un solo partido. Otro ejemplo que evidencia un tremendo espanto por sostener el favoritismo, una etiqueta que es mejor asumir desde la distancia o desviar al de siempre, al que viste de blanco.