El Naníngate





Lo cierto es que, sin echar demasiado la vista atrás, la época Calderón ha sido escandalosa. Jamás en los 107 años que tiene de vida el Real Madrid había ocurrido un hecho así. Recuerdo esperpentos con Ramón Mendoza, ridículos con Lorenzo Sanz o pantomimas de otros presidentes. Pero jamás sucesos tan graves como los de la Asamblea habían hecho tanto daño a un presidente y habían sonrojado públicamente a un mandatario del Real Madrid. A más de uno se le tenía que caer la cara de vergüenza. ¿Por qué? Cuando uno va al diccionario y busca la palabra “ridículo”, se encuentra con una descripción parecida a la del último mes de Calderón. Muchos no son conscientes de ello, pero cuando en una asamblea se manipula y se incumplen esos artículos 2.92 y 2.97, el código penal dicta que podrían perfectamente ser motivos de cárcel por la gravedad de unos hechos que van en contra de la propia Junta Directiva y de la propia imagen exterior de un club como el blanco.

No sólo eso. Como balance de la gestión del ya ex presidente hay un dato demoledor: ¿cómo es posible que gastándose 310 millones de euros en 3 años no sólo no se ha podido hacer un equipo de futuro, sino tampoco colocar a alguno de esos fichajes entre los primeros clasificados del FIFA World Player? Con apuntes de este tipo uno entiende que esto no tenía razón de ser. No había marcha atrás. La situación estaba incontrolada y el Madrid ingobernado, estando la institución inmersa en un gran tsunami que se iba a llevar Concha Espina por delante.

Por ello me alegro de la reflexión del presidente. Porque era el momento de poner algo de cordura en esta auténtica locura colectiva. Calderón estaba a tiempo de hacer un gran bien a los socios del Real Madrid, que en verano serán los encargados de decidir su propio futuro. Calderón me recordaba a aquellos virreyes que llevaban a su pueblo a la destrucción con un futuro incierto a todas luces. Por eso aplaudo la decisión, ya que rectificar es de sabios. Ahora le toca a Vicente Boluda gobernar este barco, y pongo este símil naval porque él conoce el mundo náutico como nadie. Suerte para él, que la va a necesitar hasta el día de las elecciones.

En el fondo, creo sinceramente que Ramón Calderón es una gran persona a la que le tengo un gran cariño. Lástima que la presidencia le haya pasado tanta factura a nivel profesional y personal. A estas alturas y sabiendo cómo acaba la película me queda una pregunta por constestar ¿le habría agradecido de todas formas a Nanín su ayuda en la carrera electoral? Quién sabe.