'Pacharazo' bochornoso





Hubo un momento, durante el mandato de Calderón, que a pesar de ver que era un negado para fichar grandes estrellas y que su torpeza e ingenuidad le llevaban a una y mil meteduras de pata, creí que el ya, afortunadamente, ex presidente del Real Madrid no tenía maldad ninguna y simplemente sus limitaciones le impedían estar a la altura de lo que significa ser un presidente del Real Madrid. Muchos medios cargaron contra él por beneficiarse del club blanco y tirar la reputación de una entidad centenaria por los suelos por su cara bonita. El tiempo ha demostrado que tenían razón pero lo que no tenían eran pruebas irrefutables para evidenciar la jeta que le estaba echando este personaje que ha abochornado a los madridistas durante dos años y medio.

Hace ya dos semanas que el diario Marca le pilló con el carrito del helado y aunque se enrocó hasta más no poder, tuvo que acabar dimitiendo. Aún así, él se fue atacando, criticando a los medios opositores y defendiendo su inocencia. Nadie le creía ya, pero Calderón se marchó jurando por enésima vez su limpieza y transparencia así como presumiendo de honradez y nobleza en cada una de sus gestiones al frente del mejor club del siglo XX.

Pero las fotos de esta semana que mostraban sin vergüenza ni pudor ninguno a Calderón y su mujer de cena con Nanín, Bárcena y algún que otro de los tramposos de la pasada Asamblea en una discoteca de Madrid creo que insultan la inteligencia del madridismo. Hay que tener mucha cara para decir lo que dijo y ahora salir públicamente con los que juró por su honor no conocer yéndose de copas y dejándose fotografiar como el que está comiendo pipas.

Como aficionado del Madrid que se divierte, se enfada, sonríe, llora o se ilusiona con este equipo desde que tengo uso de razón y desde algún tiempo dedica su vida profesional a contar las idas y venidas de dicho club, resulta indignante conocer que hay personas que con tal de intentar ser alguien en esta vida y adquirir notoriedad social, están dispuestos a pisar la historia de un club centenario, ya sea permitiendo que un niño pijo de 25 años amañe el órgano de gobierno del club o ya sea despidiendo un amigo suyo de la entidad a cambio de regalarle casi un millón de euros para así intentar salvar en balde su cabeza.


El único consuelo que le queda ya al madridismo es saber que aún hay bastantes personas en esa entidad que llevan mucho tiempo trabajando allí y que lo hacen día tras día con la misma ilusión que el primero y siempre mirando primero por el bien del club. Y, sobre todo, que cuando a Calderón se le ocurra volver al Bernabéu, la gente le señalará con el dedo mientras espeta que ahí está el peor presidente de la historia del Madrid.