Qué final más feo





No hace mucho tiempo el madridismo creyó que podía volver a creer de la mano de un Juande Ramos que completaba una fotografía casi idílica con el resto del madridismo. Incluso, al manchego se le llegó a ponderar como el hombre de los récords que, tristemente para él, puede acabar con uno muy negativo: el Madrid lleva cuatro derrotas consecutivas y, de perder en Pamplona, serían ya cinco, convirtiéndose en una las peores de las rachas negativas de la historia merengue.

El fútbol es lo que tiene, que cuando sacas a pasear la soberbia y la prepotencia te acaba poniendo en su sitio. Antes, muchos pedían la renovación de Juande Ramos, ahora ya no; antes, el míster tenía amigos en todas partes, ahora se esconden como ratas; y, antes, el propio Juande sacaba pecho en sus ruedas de prensa mientras que, ahora, ya no lo hace. Todos los apoyos que Juande tenía se han bajado del autobús porque nadie quiere estar cerca de la cara de la derrota que estamos viendo en un Real Madrid totalmente deslavazado. Y eso me produce tristeza, rabia e impotencia. Lo que vimos el domingo en el Bernabéu fue lamentable y, lo que es peor, se sintió una especie de sensación de auténtica demolición interna en un período donde la institución y los resultados deportivos han sido una auténtica catástrofe.

¿Lo mejor de todo? Que esto se termina. Empieza una nueva etapa que comienza con mucha frescura, mucha ilusión y mucha capacidad de gestión. Y con un deseo grande: que el final deportivo de la próxima temporada vuelva a ser bueno. Eso es lo que desea un madridismo que, tras ver a su equipo tan hundido frente al Mallorca, ha demostrado una capacidad de sufrimiento digna de los grandes. La afición quiere volver a disfrutar y volver a levantar copas. Florentino, ahora la responsabilidad la tienes tú.