93 millones de alegría española

Cristiano Ronaldo


cuandonohaya

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Defendí a capa y espada la continuidad de Cristiano Ronaldo en el Manchester United (pese a ser madridista de pro) con la base de los resultados, de lo que representaba en un equipo con una saneada economía y consciente de que un jugador de su categoría no podía dejar atrás el caché de ‘dios’ que le otorgaban en Inglaterra. Era demasiado soñar. Ganador del Balón de Oro, de la Bota de Oro, la Premier, la Champions y todo lo que se le pusiera por delante, el luso tenía el mundo a sus pies desde Manchester, epicentro del fútbol mundial y centro de operaciones ideal para dejar huella en la historia.

Cuando la insistencia no cedía, la operación fue tomando forma. Un contrato exclusivo con Calderón, un coche a nombre del portugués en Madrid o unas declaraciones de su madre donde reflejaba que su sueño es verle de blanco (todo producto de la exagerada expectación que había levantado esta operación), sumaron detalles que ampliaban el abanico de opciones para consumar el fichaje del año. Pero ha tenido que ser la llegada de Florentino Pérez, el dinero fresco de un mandatario que quiere acabar de un plumazo con el dominio culé y la necesidad madridista de revertir la situación y retornar a la élite europea, lo que ha terminado por cerrar el acuerdo. 92,7 millones de euros lo sacarán de Old Trafford, otros tantos le vestirán de madridista para la eternidad y de paso, le colocarán en lo más alto del ranking de traspasos históricos.

Más allá de lo que significa para el Real Madrid el unir a Cristiano Ronaldo y Kaká en un mismo equipo, de empezar con máxima esperanza el proyecto de Pellegrini y de impulsar las expectativas de la alicaída hinchada blanca, la gran favorecida es la Liga. Y es que ‘robar’ en apenas una semana a la estrella del Calcio y al crack de la Premier, supone un golpe de autoridad al alcance de muy pocos y que coloca de nuevo en lo más alto al campeonato español.

A partir de ahora tocará acostumbrarse a un Old Trafford sin Cristiano, a sus arrancadas en Chamartín y a las críticas por esa actitud ‘chulesca’ que sus grandes detractores achacan al luso. Mira a las cámaras cuando marca, también cuando falla y hasta lejos del césped en estudios comerciales por su carácter mediático. Alerta a la prensa del corazón, que tiene de nuevo un inquilino morboso a la altura de Beckham e incluso inicia una guerra Nike-Adidas (uno tiene sus derechos deportivos y la otra viste al Real Madrid) con tintes de batalla épica por el crack del momento. 93 millones que cambiarán el país. España está de enhorabuena. Cristiano es blanco, es madridista.