Lyon, el dictador subordinado





Al tiempo que mi cabeza maduraba y mi conocimiento futbolístico iba en aumento, el Lyon iba ganando enteros, formándose como el gran campeón francés bajo un estricto y profesional organigrama institucional. He alabado su trabajo de cantera y ese crecimiento económico que le permite reforzarse con fuerza en el mercado. Sin embargo, aquellos días gloriosos con celebraciones constantes y títulos conseguidos bajo una dictadura intangible, se agotaron con la aparición del Burdeos de Blanc y los errores en algunas decisiones claves. Ahora eso le condena a un papel secundario incluso a nivel nacional, habiendo perdido caché en una Europa que le había encumbrado entre los ‘grandes’ y obligado a reaccionar ante un rival todopoderoso (Real Madrid) en el que quizás sea el peor momento de la última década.

Siete títulos ligueros consecutivos colocaron a los lioneses como el mejor equipo de la historia de Francia y mitificaron a jugadores emblema como Juninho Pernambucano (ahora en Arabia), Sonny Anderson, Essien, Malouda, Diarra, Coupet, Benzema o Govou, el único que aún se mantiene en la plantilla tras años de éxitos sin pausa. Ellos son los cracks que utilizaron el Gerland como trampolín definitivo a sus carreras y aunque sus despedidas fueron llegando paulatinamente con cifras astronómicas bien pulidas por el presidente Jean Michael Aulas, permitieron que el nivel medio del equipo no se resintiera y los resultados mantuvieran el tipo. Siendo más perfeccionistas, tengo claro que ningún Lyon jugó como el que creó Paul Le Guen tras la salida victoriosa de Jacques Santini, que fue el primero que obligó a restaurar la sala de trofeos ligueros del Gerland.

De aquél equipo que ridiculizó al Bremen en Champions a base de goles, que tuvo eliminado al Milan en cuartos de final a falta de 2 minutos en San Siro y que cayó por penaltis ante el PSV cuando se asomaba a su gran momento, poco queda apenas cinco años más tarde. Con Houllier y Perrin (con quien se fue muy injusto hace apenas dos años), que llegaron después, el ritmo bajó, la verticalidad dejó paso al control y la ambición de quien no ha ganado nada, no volvió a aparecer en un colectivo psicológicamente hambriento de nuevas experiencias internacionales. Y esa desgana se traspasó a la Ligue 1 justo en un momento donde sus principales rivales supieron rearmarse con paciencia, buenos proyectos y soluciones a largo plazo. La más atractiva de todas, la del vanguardista Burdeos de Blanc, tumbó su trono galo y le obligó a transformar su política deportiva de manera evidente, reflejándose en los costosos fichajes que asume el club en los últimos tiempos (muchos de ellos siendo decepciones mayúsculas como Ederson, Bodmer, Keita o Piquionne) y en la descendente aparición de jóvenes canteranos, regla básica hasta entonces.

Aquél equipo exportador por obligación ante la incapacidad de mantener a sus estrellas en un campeonato secundario, aumentó costes, redujo talento y renovó por completo su plantilla. El primer paso, quizás erróneo por lo acontecido hasta ahora, fue confiar a ciegas en Claude Puel, el único técnico que a la postre no ha sido capaz de dejar un título en las vitrinas en la última década. Algo curioso resulta verle por segundo año cuando su antecesor, Perrin, fue cesado tras sumar un ‘doblete ’ único en la historia del club. El buen trabajo desarrollado en el Lille le abrió las puertas a su gran oportunidad pero desde que aterrizó no ha logrado diseñar ni tan siquiera un ‘once tipo’, pues los cambios tácticos, de posición y de nombres son constantes. Su equipo responde a impulsos individuales, ha perdido la concepción de bloque que siempre le caracterizó y se mantiene con vida gracias a sobre-esfuerzos que no siempre llegan a tiempo y que, por el momento, ya le han alejado muchísimo del líder en la Ligue 1 y le han costado la eliminación en las dos copas que se disputan en Francia. Con estas guisas la presión sobre el proyecto es enorme y el golpe definitivo puede dárselo el batacazo europeo ante el Real Madrid.


Por nombres, el equipo deja mejores expectativas de lo que está logrando desarrollar en el césped, algo que cuestiona aún más la labor de Puel. Lloris es ya el mejor portero del país y será el titular con Francia en Sudáfrica 2010. Cris y Boumsong son dos defensas lentos, torpes en movimientos bruscos aunque buenos en el juego aéreo. Ambos están curtidos y aunque el brasileño sí es algo más eficiente, este mercado invernal Puel ha querido solventar el problema fichando al joven croata Lovren, aunque está jugando de lateral diestro porque el gran problema defensivo del equipo esta campaña está llegando por ese sector. Revelliere y Clerc son muy irregulares y no convencen, por lo que tras probar incluso al capitán Toulalan de central, el club movió ficha ante tan desastrosa falta de recursos. Cissokho simplemente está cumpliendo como carrilero diestro y en la medular sólo destacan los destellos de su jugador más creativo, Miralem Pjanic. Kallstrom se define como un jugador con llegada que busca una y otra vez su disparo desde media distancia, Michel Bastos no acaba de entrar pese a que a comienzos de campaña fue el más activo e incluso el destructor Makoun ha perdido su lugar ante su baja forma. El fichaje estrella, Lisandro López, aún debe explotar y se está contagiando del mal momento del resto de la plantilla, donde Gomis tiene que imponerse como compañero indiscutible en ataque (Puel suele jugar sólo con un punta) y donde sobran experimentos en segunda línea con Govou, ‘Chelo’ Delgado o el ‘perdido’ Ederson. Los tres viven la desgracia del sistema de Puel.

Por todo ello y pese a tener en cuenta que la igualdad en Champions cuando se citan equipos de primerísimo nivel siempre deja abierta una rendija a la sorpresa, el Lyon está ante su prueba definitiva o ante el último peldaño de la ‘era Puel’. Sus opciones, que las tiene por individualidades, pasan por aprovechar el ánimo en los primeros minutos del choque de ida (como ya sucedió en anteriores cruces con el Real Madrid) y saber lanzar contras con Lisandro, Gomis y Govou como principales peligros a lo largo de la eliminatoria. Vive, sin duda, su peor momento en los últimos diez años.