De Fernando a Don José

"Sangre, sudor y lágrimas al servicio del mejor club del mundo"





La excesiva agresividad del defensor portugués hace que el madridismo se cuestione la conveniencia de su continuidad. Desde su llegada al Santiago Bernabéu el central nos tiene acostumbrados a acciones algo fuera de lugar, a disputar cada jugada muy al límite del reglamento, con un ímpetu fuera de lo común. Siempre en el ojo del huracán tras su agresión a Casquero, parece que nos hemos empeñado en no reconocer sus méritos.

Desde su fichaje en 2007 Pepe se ha erigido en el auténtico líder de la defensa blanca, que ha ido ganando muchísimo en seguridad respecto a los años anteriores a su llegada. Y si no que se lo pregunten a Casillas. Tras la marcha de Fernando Hierro en 2003, el club trató de llenar su hueco mediante varias contrataciones que jamás llegaron a cuajar. Fue el caso de Walter Samuel o de Woodgate, que abandonaron la capital con más pena que gloria. Tras catorce años en el Madrid, el adiós de Hierro significó un antes y un después en la línea defensiva de los de Chamartín.

El malagueño dejo un hueco irremplazable que, sin embargo, llenó Pepe. El temperamento de Pepe es comparable al carácter de Hierro. Siempre actuando como un líder, como un mariscal de campo: la máxima autoridad merengue, con o sin brazalete de capitán. Defendiendo con vehemencia los colores del Real Madrid. Sangre, sudor y lágrimas al servicio del mejor club del mundo.

La renovación de Pepe es una bendición para el madridismo. El portugués tiene velocidad, fuerza y colocación; anticipación, inteligencia y clarividencia en la salida de balón. Tanto en el juego aéreo como con los pies, por táctica y por técnica, tiene las cualidades suficientes como para ser considerado uno de los mejores en su posición. Solamente necesita calmar sus nervios, y probablemente la mejora contractual ayude a ello. Por suerte, parece que el Madrid ha reaccionado a tiempo y sin escuchar las voces discordantes: Don José se queda hasta 2015.