Ni 15 ni 35, hoy toca 90 minutos

"La leyenda del Bernabéu, de esas grandes noches mágicas de remontadas se fraguó por algo"





Lo ha repetido en varias ocasiones de forma sutil hasta que se encendió con el objetivo de picar a sus aficionados: “Quiero más del Bernabéu”, vino a decir el entrenador merengue en la víspera del partido ante el Lyon. Siendo sinceros, yo que lo veo desde la tribuna de prensa, creo que ahí Mourinho no se equivoca. Un estadio tan grande como el Bernabéu debe ser muchísimo más presionante con el equipo rival de lo que lo es en la actualidad el campo madridista.

En mi corta trayectoria como periodista he podido estar en varios escenarios en los que, siendo francos, la presión hacia el Madrid era infinitamente superior a la que la afición blanca mete a su adversario cuando juega como local. Por poner un ejemplo y sin irme muy lejos, en el partido de Champions disputado esta misma temporada en San Siro entre el Milan y el Madrid apenas se podía cruzar palabra a varios metros de distancia. Uno que aún es un tanto novato en estos lares no puede sino recordar que el campo italiano es, a groso modo, de la misma estirpe que el Bernabéu: muy vertical, con una capacidad muy parecida en lo que a aforo se refiere pero, con un griterío distinto. Más abultado. Imagino que Mourinho, que viene precisamente de vivir esos ambientes, es lo que le solicita a la afición del Madrid: calor y pasión durante 90 minutos. No 15 ni 35. Durante los 90. La leyenda del Bernabéu, de esas grandes noches mágicas de remontadas se fraguó por algo. Y ahora debe recuperarse, no ya en la previa del partido, sino durante el mismo.

En descarga de la gente también debo decir que si el equipo no te da nada entiendo que las ganas por animar disminuyan. Lógico. Sin embargo, hoy es una noche para que el Tottenham sepa lo que es el efecto Bernabéu. Los espectadores deben sentirse protagonistas, nominados al Oscar de la Champions, y no meros figurantes. Esa es la gran diferencia. Eso sí, se vea como se vea, los que juegan son los 11 que salten al césped aunque con el refuerzo de 80.000 ‘locos’ que sólo viven para un objetivo: la Décima.