Es incuestionable, al menos para mí, que Cristiano Ronaldo va a ser el faro de luz del Madrid para el curso que acaba de comenzar. Gane el equipo 6-0 o lo haga por 0-1, CR7 va a ser el principal arma ofensiva del Madrid por más que en el equipo se encuentren jugadores como Benzema, Higuaín, Kaká, Özil o Di María. Es más, me atrevería a decir que aunque llegaran Agüero o Neymar, los focos seguirían siendo para Cristiano. Lógico por otra parte debido a su trayectoria el pasado curso pero, además, tiene ese carácter y liderazgo que me hace pensar en esa ‘cristianodependencia’ tan peligrosa para determinadas fases de la temporada. No debería ser así pero es algo que se palpa. Por tanto, nada nuevo bajo el sol. Con Cristiano el Madrid será más fuerte y sin él, menos, lo que no quiere decir que se derrumbe el castillo blanco ni mucho menos.
Ese derrumbe no se va a producir porque Mourinho tiene ahora mismo una plantilla inigualable. Sólo con mencionar el once titular que pueden presentar los blancos uno se asombraría, pero al escuchar el posible banquillo y los descartes alguno optaría por el hara-kiri. Eso sin mencionar que jugadores como Lass o Canales, que no son cojos precisamente, se encuentran fuera de circulación. Pensando en la carrera de fondo que se presupone hará llegar hasta los últimos meses de competición al Madrid, Mourinho tiene en el armario trajes de Armani, Hugo Boss y Ralph Lauren para aburrir al más pintado, cuando otros tienen que conformarse con vestimenta de mercadillo. La fuerza del Madrid está ahí, en la profundidad de su plantilla. De su buena gestión dependerá, en gran medida, que el equipo llegue lo más fresco posible al tramo decisivo de la Liga. Ahí habrá que evaluar a Mourinho a pesar de que por el camino se hayan caído del perchero jóvenes marcas como el citado Canales o el mismo Pablo Sarabia.
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