El siete, de nuevo sin sitio

Raúl se queda de nuevo a las puertas de otro galardón, el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes





Raúl posee una virtud encomiable tanto dentro como fuera del terreno de juego: la ambición. Esa ambición que le llevó a debutar con tan sólo 17 años con la zamarra del Real Madrid, esa ambición que le ha hecho reinventarse en Alemania, donde el camino también ha estado plagado de espinas, sobre todo en los últimos tiempos.

Su mentalidad ganadora le ha hecho ser conocedor de sus límites físicos: él sabe que su rendimiento no puede ser el mismo ahora que hace una década, pero ha seguido cuidándose al máximo, justificando su contratación a base de goles. En Gelserkichen su recibimiento corrió a cargo de dos mineros. Lejos de los focos que tanto habían acostumbrado al sempiterno siete de España, Raúl volvió a sentirse futbolista en la cuenca del Rhur y fue recibido como lo que es: un obrero del fútbol.

Y lo hizo después de hacer vibrar durante un longevo período de años a una exigente afición que vio reflejados en el delantero los valores que siempre se le han presupuesto al madridismo: sacrificio, esfuerzo, tesón. Orgullo, en definitiva.

Con el Real Madrid, tocó el cielo de lleno con los dedos después de hacerse con seis Ligas, tres Copas de Europa y otros tantos trofeos domésticos. En el Viejo Continente, su nombre está grabado a hierro: máximo goleador de la Champions y también máximo anotador de las competiciones internacionales (incluida UEFA, Recopa y demás). Algunos jugadores míticos, como el ‘Torpedo Müller’, han de conformarse con ver su estela desde lejos.


En la selección española protagonizó uno de los debates más candentes que se recuerda. Su tira y afloja con Luis Aragonés, terminó dando con los huesos del futbolista lejos del combinado. Se perdió la conquista de la Eurocopa y del Mundial. ¿Qué se lograron sin él? De acuerdo y en ésa Eurocopa también estuvo presente el gafe Sergio García y nadie ha puesto el grito en el cielo.

La trayectoria de Raúl González Blanco en el fútbol internacional y sobre todo, lo que simboliza, deberían haberle hecho recibir este Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Aunque fuese a modo de un último homenaje. Mucho más efímera era la carrera de Fernando Alonso cuando se lo llevó. ¿En qué quedamos? ¿Barremos para la tierra? ¿O miramos hacia otro lado cuando conviene?

Nada está claro en ese galardón, que a día de hoy tiene muy poquita credibilidad. Raúl tendrá que confirmarse con el reconocimiento que aún hoy, le brindan los aficionados blancos y de media España. En Alemania ya es una figura, quizás allí le entreguen algún tipo de reconocimiento algún día, y valoren lo que nosotros no hemos sabido valorar…