Dos pinchazos, cinco puntos perdidos, cuatro partidos bastante mediocres y los dos últimos sin hacer un solo gol: ese es el balance del Real Madrid desde que comenzara la temporada batiéndose en duelo por la Supercopa con el FC Barcelona y machacando al Zaragoza en La Romareda. Tras esos tres partidos, todo eran alabanzas para un equipo que había plantado cara al Barça y había comenzado la Liga echando chispas.
Pero ya se sabe, en esto del fútbol las opiniones van y vienen, son como una veleta que se deja llevar por el viento. Y en este caso, el viento procede, como casi siempre, de los detractores del Real Madrid y especialmente de su entrenador, José Mourinho. Porque, señores, una cosa es criticar el juego de un equipo de forma constructiva, buscar soluciones para la creación del juego o para la ausencia de ocasiones. Pero otra muy distinta es entrar en la falta de respeto, que incluye cuestionar la entrega de los futbolistas y la unión del vestuario en base a elucubraciones acerca del presunto distanciamiento de Mou con la plantilla.
Mourinho se mostró ayer muy enfadado en rueda de prensa y no me extraña. ¿Quiénes son algunos para poner en duda estas cosas? A muchos les ha faltado tiempo para comenzar a meter leña al fuego sin tener ni idea, con simples especulaciones que sólo sirven para desinformar al personal, para crear polémica y para tratar de dividir al madridismo en este momento de desasosiego. Los madridistas debemos ser conscientes de que hay mucha gente que quiere sacar de la circulación al técnico portugués como sea, y no debemos entrar en su juego. El apoyo y la confianza total es el único camino para que el Madrid funcione.
No voy a ser yo quien oculte mi preocupación por los últimos partidos, tanto por resultado como por juego. Pero estar preocupado no es motivo para dudar de un equipo y un entrenador ganadores, que conocen el terreno en el que están pisando, y que lo más probable es que resuelvan el bache a base de victorias convincentes en los próximos partidos. Espero y deseo que así suceda. Este Madrid, al menos de momento, no admite dudas.
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