Cristóbal Soria: el retorno de un tirano

Hasta José María del Nido se ha visto obligado a desprenderse de Soria, advirtiendo que la imagen del Sevilla estaba en serio peligro





Uno de los hombres que más tánganas ha desatado desde el banquillo andaluz se atreve ahora a juzgar los comportamientos ajenos. El descaro que demostraba en el equipo sevillista lo mantiene intacto, esta vez delante de una cámara. El deporte en general y en concreto el fútbol suele desatar las más oscuras pasiones humanas. Es indudable que gran parte de este negocio radica en los debates, en las tertulias. Puedo entender que muchas veces el turno de palabra recae en personajes ya caracterizados desde hace tiempo. Hay que defender los argumentos con vehemencia, es necesario generar opinión en los aficionados. Hasta ahí, de acuerdo.

Y aunque no es ningún secreto que en muchos casos la coherencia queda relegada a un segundo plano a favor de la audiencia, existen actitudes que rozan la ilegalidad  y que provocan actos que luego todos repudiamos de forma automática. La incongruencia se pierde en un agujero oscuro, y después es tarea harto complicado recuperarla.

El Sevilla comenzó su etapa de reconversión en lo que es de la mano de Joaquín Caparrós y compañía. Un dato esclarecedor es que el técnico utrerano únicamente puso la condición de la presencia de Soria para rubricar su contrato con el conjunto andaluz.

Siempre en el ojo del huracán, el delegado pronto comenzó a destapar la caja de Pandora. Sus actuaciones superaban los límites de las presupuestas a su cargo. Criticaba con dureza cada actuación arbitral y corría en defensa de cualquiera de sus jugadores, por pequeño que fuera el rifirrafe.


Paulatinamente, el personaje se adueñó de Cristóbal Soria. La locura por colaborar con la victoria de sus muchachos a cualquier precio se hizo patente desde los primeros partidos. No había trifulca donde no estuviera Soria. El delegado era recibido en cada estadio con un temor comprensible y con la resignación de que las provocaciones serían constantes.

Ya en su estadio, la situación se tornaba muchas veces excesiva. La actitud de los jugadores, siempre al límite, siempre fluctuando en la delgada línea que separa la agresividad propia de una competición del máximo nivel de una excitación sin medida, era espoleada por Soria sin miramientos. Esa actitud que a veces se ha convertido en el peor enemigo del propio Sevilla.

Soria, lejos de esconderse en el anonimato, gustaba de los focos y la atención mediática. José María del Nido, hombre que en ningún momento ha sido sospechoso de acercarse a la prudencia, lo debió ver verdaderamente negro la pasada temporada. Después de los incidentes con los balones ocurridos ante Villarreal y Osasuna en el Sánchez Pizjuán, el presidente se vio superado por los acontecimientos y decidió prescindir de los servicios del delegado, a favor de Martagón.

Tras semejante currículum, no es de extrañar que los medios de comunicación le vean como un filón. Su repulsión a todo lo que venga de la capital no es novedosa, pero de ahí a insultar de manera directa a jugadores hay un largo trecho, que Soria ha recorrido en tiempo récord. El ex delegado no dudó en sacar su arsenal para pisotear la imagen del Real Madrid.

Cristóbal Soria afirmó “sentir lástima” por Cristiano Ronaldo, o por ‘Cristianito’, como a él le gusta llamarle. Sinceramente, Cristóbal, no eres el más indicado para juzgar ningún comportamiento antideportivo. Después muchos se echarán las manos a la cabeza cuando insultan al hijo de José Mourinho, en un encuentro entre niños. El odio únicamente genera más odio, la ecuación aquí es clara. Antes, Soria lo hacía en el campo y ahora utilizando cada altavoz que le permiten tener. Cualquier ocasión es buena para continuar su inmaculada carrera.