No quiero pasar por alto como vivió Mourinho el 1-3 de su equipo en Mestalla y su posterior celebración cabalgando sobre Callejón. Y no lo hago porque parece que hay gente a la que le molestó lo que hizo ¿Es que hizo algo malo? ¿Se encaró con el público? ¿Hizo algún gesto despectivo hacia algún aficionado del equipo rival? No, no y no. Fue un gesto de alegría que, sinceramente, me pareció hasta gracioso y divertido pero claro, es el entrenador del Real Madrid, el que cae mal, y hay que atizarle hasta por el olor del desodorante si hace falta. Fue un gesto tan espontáneo que habría hasta que agradecerlo.
Volviendo al palo y la zanahoria de Mourinho me gustaría recalcar su habilidad para mantener la tensión sobre lo que le interesa, el palo, y hacerlo con la sutileza suficiente como para motivar a la persona o personas que le interesa, la zanahoria. Lo hizo hace pocas fechas con la afición del Bernabéu. Primero agradeció que el campo estuviera hasta la bandera (zanahoria) para decir poco después que sólo se oían ánimos desde una parte muy pequeña del feudo blanco (palo). Lo mismo con la prensa, deslizando claramente que Sahin será titular esta noche (zanahoria) o denunciando que hay prensa que no respeta los principios de la profesión (palo). Con los jugadores ocurre exactamente lo mismo. Por eso, creo que Mourinho maneja como nadie el entorno y el vestuario. Con una política muy particular, sí, pero se está demostrando a la vista de los resultados que muy efectiva. Habrá más palos y zanahorias a lo largo del curso, seguro, aunque la mejor noticia sería ver más caballitos de Mou. Muy buena noticia.
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