Pautas para salir del shock

El Barcelona no se debe convertir en obsesión y ese mensaje sí ha calado en el vestuario blanco"


cuandonohaya

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Nada hacía augurar tan trágico desenlace, sobre todo después del inicio arrasador de los de José Mourinho. Reconocer la superioridad del conjunto culé a partir del segundo gol no es ningún síntoma de debilidad. Es hora de analizar los factores determinantes del choque y empezar a salir del vahído:

Primero: alineación. El Madrid perdió un efectivo de lujo en el centro de campo con la presencia de Özil, desaparecido en todo momento en ataque e inoperante en labores defensivas. Cuando el Barcelona decide incluir a Dani Alves como falso extremo, el teutón debía haberse esforzado en tapar huecos y en seguir las marcas. Es el primero en dejar ir a Messi en la jugada del primer tanto culé. Lo de Coentrao en la banda derecha es otro de los temas candentes del clásico. El portugués no fue el peor del equipo, pero mostró carencias. Iniesta las aprovechó.

Segundo: actitud. Muchos dicen que el mayor problema es la ausencia de bemoles, el pánico de los jugadores blancos cuando se enfrentan al Barça o la falta de sangre en algunas jugadas. No estoy de acuerdo. La mayor exigencia que hace el conjunto catalán a su rival es física, por eso cobra tanta importancia la intensidad de la presión. Cuando ésta comienza a disminuir o se ve descompensada, el cuadro culé juega mucho más cómodo. La actitud, y esto es muy importante, fue la correcta después del partido. Los jugadores decidieron quitar dramatismo al asunto. El Barcelona no se debe convertir en obsesión y ese mensaje sí ha calado en el vestuario blanco.

Tercero: estilo. Es lo que también una gran mayoría pidió a José Mourinho, que mantuviera su fidelidad al estilo de juego demostrado en la primera parte del campeonato. Al menos, en el primer tamo del primer acto así fue. El conjunto blanco trató de explotar sus armas más eficaces: transición rápida de defensa a ataque, incursiones por banda y adelantamiento de líneas para perfeccionar la presión. En contra de los que auguraban a un Mourinho defensivo, el portugués no se arrugó en su planteamiento y eso es loable.


Cuarto: Cristiano. El mayor damnificado del partido. Si hubiese marcado en sus dos ocasiones más claras, nadie estaría atacándolo pero el fútbol es así de caprichoso e injusto. El vestuario ha salido rápido para arropar al portugués. Es cierto que pecó de egoísta en varios lances del encuentro, pero siempre se le pide que se eche el equipo a las espaldas en los grandes partidos, y eso entraña riesgos. Uno de ellos, el más obvio, es que el balón no entre.

Quinto: ¿y ahora, qué? Ahora, a seguir. En el seno del Barcelona, un gran núcleo ha mantenido el discurso de la cautela y la prudencia. Tampoco lo esperaban. Esto debe de servir como acicate en el Real Madrid. A excepción del señor Rosell, nadie alzó la voz después de la victoria. Saben de lo peligroso que es un Madrid herido.

 

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