Hace 6 años, cuando Zidane y compañía nos apeaban del mundial de Alemania, ningún aficionado español podía imaginar lo que se nos venía encima. Aquella anoche en Hannover tocamos fondo pero algo decía que iba a ser la última vez. Y así fue, gracias a una generación irrepetible de futbolistas que está conduciendo a este país al olimpo de los dioses futbolísticos. Casillas, Ramos, Iniesta, Alonso o Fábregas, son nombres que serán recordados por los siglos de los siglos.
Y lo que es mejor, serán recordados no sólo por los títulos, sino también por su manera de jugar, por su estilo inconfundible y por su sencillez como personas, cosa poco habitual en los tiempos que corren. Hay que reconocer que no está siendo un campeonato ni mucho menos brillante el de España, pero lo que si ha quedado claro es el que el armazón que ha montado Del Bosque es prácticamente indestructible. Los datos son claros: 1 gol encajado en 5 partidos. El trío Iker-Ramos-Piqué nos hace llegar a la final con las máximas garantías de éxito. El trabajo de los laterales tanto en defensa como en ataque y está siendo mayúsculo y las ayudas de Alonso y Busquets son capitales para el buen funcionamiento defensivo.
Da la impresión, que la confianza de los seleccionados españoles es tal, que es casi imposible verles caer derrotados. El miércoles, justo antes de la tanda de penaltis, confieso que tenía malas sensaciones, pero cuando vi al gran capitán bajo los palos, mis sensaciones cambiaron: "pasamos seguro", pensé. Y es que el capitán del Real Madrid y de la selección es algo más que un portero, es el alma de este país.
Y ahora nos queda la final, una final que debemos afrontar con tranquilidad, con la tranquilidad de que ya hemos hecho historia, pero con el orgullo y el coraje necesario para volver a 'campeonar'. Sea el rival que sea, será duro y complicado, pero visto lo visto, a España hay pocas cosas que se le resistan. Gracias a esta generación es fácil soñar con ver a Iker levantar la copa de Europa de nuevo al cielo. En 2008 fue al cielo de Viena, esperemos que el domingo San Iker la levante al cielo de Kiev.
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