En primer lugar, y a pesar de que el Barcelona estuviera delante, hubo tramos en los que el Bernabéu pitó al equipo. Hay que diferenciar entre los silbidos a los ataques del Barcelona y la música de viento cuando Khedira o Di María, por poner dos ejemplos que se produjeron en el encuentro, pegaron dos balonazos al borde del área blanca para despejar el balón ante un rival con 10 hombres. Ya se sabe que el Bernabéu es implacable en ese sentido, por más que delante estuviera el Barcelona. El público de Chamartín es como un profesor inconformista, que busca al alumno 10. Y eso que el equipo ganó, si al final se llega a producir el empate…
Por cierto, mucho se critica a Mourinho y el trato que le da a sus jugadores, pero no he leído nada sobre la maniobra del portugués en el cambio de Higuaín por Benzema. Después de que el argentino fallara su cuarto mano a mano con el portero, disparando al palo, esta vez ‘tocado’ por la defensa culé, se levantó la tablilla para realizar su cambio. Con la gente enfadada todavía por el error, una pitada importante se apoderó de La Castellana. De repente, el cambio se frenó y el Madrid sacó el córner. Los ánimos se enfriaron, y cuando se volvió a parar el balón llegó el cambio. 95-5 la relación aplausos-pitos. Un cambio de opinión diametralmente opuesto de la gente en cuestión de segundos. No sé si fue ‘culpa’ de Mourinho que se frenara el cambio al escuchar los pitidos del público ya con el cartel en el aire después del fallo de Higuaín, pero si realmente fue así, que tiene toda la pinta, fue una jugada maestra en lo que se refiere a la protección de un jugador.
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