Cuando la (mala) costumbre lleva a la distorsión

"Intuyo que el problema está en que Iker nos ha mal acostumbrado a todos. La afición merengue ha estado años y años viendo como cada partido él salvaba al equipo de goles cantados"


cuandonohaya

cuandonohaya




Me refiero a dos futbolistas en concreto: Iker Casillas y Xabi Alonso. Se trata de un asunto que viene de lejos, de alguna que otra temporada atrás. Pero en la presente me está llamando la atención más que nunca y tras el partido del Camp Nou creo que la situación ha alcanzado unos extremos exagerados. Porque entre el domingo y el lunes he llegado a leer que Casillas hizo un mal partido en Barcelona. ¿Los argumentos? Que encajó dos goles. E, incluso, alguno le ha llegado a culpar de que no llegara a desviar el disparo de Montoya que se estrelló en el larguero. Un balón que, de haber entrado, hubiera sido un golazo espectacular e inevitable.

Viendo los dos tantos de Messi una y otra vez llego a la conclusión que Casillas estaba vendido en ambos. En el primero por tratarse de un error puntual de la defensa que le dejó en desventaja al caer el balón en las botas del argentino. Y el segundo por ser un lanzamiento de falta impepinable que entró por el palo de la barrera, el único lugar donde los porteros pueden alcanzar el perdón por encajar un gol así. Sin embargo, el diario 'As' tuvo la idea el lunes de comparar la jugada con la parada que hizo Palop al '10' culé hace una semana. Como si pudieran equipararse una y otra.

No seré yo el que niegue que el principio de temporada de Casillas está siendo muy discreto. Y el primero que lo sabe perfectamente es el propio Iker. En este comienzo de curso se le está viendo algo más apagado de lo habitual e incluso hasta distraído. Y ha cantado en alguna que otra ocasión, como en Ámsterdam o ante el City. Es más que evidente. Pero sus 'pecados' no deben sacarse de aquí. Errores humanos puntuales, productos de una mala racha propia de cualquier futbolista. Así que ir más allá es excederse, es olvidar quién es este jugador y lo que representa para el Real Madrid y la selección española.

 


 

Porque estamos hablando del mejor portero español de todos los tiempos. Sin discusión. Y, probablemente, de la historia. Aunque ahí puede que la haya, es cuestión de gustos. Pero si no fuera así, de lo que nunca se dudaría es de que es uno de los mejores de todos los tiempos. Su palmarés está ahí, a la vista de todos. Con solo 31 años. Aunque, por si esto fuera poco, el de Móstoles es el capitán del Real Madrid. El último gran símbolo de la cantera madridista. Un chaval que respira madridismo por los cuatro costados y del que nunca (digo bien: nunca) se puede dudar.

Intuyo que el problema está en que Iker nos ha mal acostumbrado a todos. La afición merengue ha estado años y años viendo como cada partido él salvaba al equipo de goles cantados. Porque ahora disfrutamos de la mejor defensa de la actualidad, pero hasta hace nada teníamos en la plantilla a zagueros que, sin desmerecerlos, no estaban al nivel actual de Pepe o Ramos. Véase Heinze, Miguel Torres, Pavón, Mejía, etc. Así, últimamente el papel de Casillas se está haciendo secundario, lo que le quita protagonismo y eleva sus errores (cuando los tiene) a la máxima potencia. La cuestión es que, al no ver tantos milagros suyos, algunos ya han dejado de creer y le quieren 'enterrar'.

A ello se suma el componente de la capitanía. Hay quien le critica que es mejor capitán con España que con el Real Madrid. Y así es. Pero por un matiz: con la selección no tiene la libertad de actuación que en su club. En el equipo blanco el único que manda en el vestuario es Mourinho y su papel es actuar de mediador más que de representante del plantel. En Valdebebas ha tenido que dar un paso atrás. Y cuando no lo ha hecho, como en la famosa llamada a Xavi, ha habido un conflicto interno evidente. En cambio, en España las cosas son muy diferentes. Del Bosque le da su espacio y él actúa como el gran capitán que es.

Que esto no se entienda como una crítica a Mourinho, nada más lejos de la realidad. Solo digo que el portugués tiene una filosofía distinta a la del seleccionador español. Cada técnico se comporta de distinta manera. Y es lo que lleva a Casillas a actuar de manera diferente en uno y otro sitio. Sin olvidar la presión mediática a la que lleva años sometido por su vida privada. El otro día recurrió a la ironía ante un nuevo episodio donde ciertos medios le tildaron de chivato. Uno más de los muchos que le han tenido como víctima. Sin ir más lejos, en el Mundial de Sudáfrica pagó el pato de la derrota ante Suiza y algunos con muy mala idea llegaron a decir que la causa de su mal partido había sido su novia. Un mes después le sacaba dos balones imposibles a Robben en la final. Dos acciones que ya son historia del fútbol español.

Con esto solo pretendo poner sobre la mesa de quién estamos hablando. Porque Casillas no es un jugador más. Como tampoco lo es Xabi Alonso, sobre el que también se escriben muchas críticas, en mi opinión injustas. El vasco es un hombre que tiene un mérito extraordinario por saber combinar el 'trabajo sucio' con la difícil tarea de iniciar el fútbol merengue. Sin embargo, no le faltan detractores cuando la situación le lleva a hacer de albañil para tapar las grietas del equipo.

Bajo mi punto de vista, son dos futbolistas únicos, de ésos de los que hay que sentirse orgullosos porque vistan la camiseta de nuestro equipo. Lo que no quita para que se pueda ser críticos con ellos en su justa medida cuando lo hagan mal. ¿Que Iker no está bien? Vale, digámoslo e intentemos que recupere su nivel habitual. Pero no le exijamos que haga milagros siempre ni le culpemos de todos los males del equipo. Porque el problema llega cuando el análisis se hace fuera de contexto y se lleva a niveles exagerados. Y es que se suele decir que uno nunca aprecia lo que tiene hasta que lo pierde. Y algunos se darán cuenta de ello cuando tanto Iker como Xabi se retiren.

 

Puede seguir a Jaime de Carlos en Twitter: @wordsentinel

Puede seguir a Defensa Central en Twitter: @defcentral