El Madrid todavía respira

"Desde hoy nos quedan por delante dos semanas larguísimas. Muy duras. Días para reflexionar, pero siempre con Mourinho como hombre fuerte"


cuandonohaya

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Esta Liga se le va a hacer eterna al Madrid. Es duro estar en la jornada 17 y saber que quedan por delante 21 donde el equipo blanco solo podrá luchar por la segunda plaza. El madridismo no está acostumbrado a eso. Y los jugadores tampoco. La dinámica en la que está metida el equipo es realmente negativa, lo cual se nota a la hora de afrontar los partidos. El pesimismo se ha instalado en los futbolistas, donde antes eran implacables ahora fallan ocasiones cantadas. Aunque al menos en Málaga demostraron carácter y jugaron de forma decente, todo lo contrario que ante el Espanyol. Porque si pierden, que al menos lo hagan dejándolo todo en el campo y con dosis de mala suerte.

Esta temporada se están juntando una serie de circunstancias calamitosas que han contribuído a convulsionar al equipo. Se vio en el primer partido ante el Valencia, pues el tanto del empate fue producto de un error defensivo que terminó con Pepe en el hospital. Luego vendrían partidos pésimos como los de Getafe o Sevilla. Los goles en contra llegaban en momentos puntuales y dañinos por errores concretos y, en ocasiones, venían acompañados de actuaciones arbitrales cuestionables. Toda una negra espiral que ha se instalado en el subconsciente de los futbolistas y que lleva más de un mes mermando su rendimiento a la hora de la verdad.

A ello se suma la labor de la prensa, más predispuesta a hacerle la vida imposible a la plantilla que a colaborar por su mejoría. La guerra contra Mourinho es abierta y hay medios que se siente fuertes ahora que el portugués empieza a tener malos resultados. La cuestión es que el entrenador es incómodo para muchos y la solución parece ser moverle la silla. Un egoísmo que está matando al Madrid, pues aquí cada uno rema para su lado y el vestuario está más solo que nunca.

 


Además, el técnico también parece dispuesto a entrar en este juego de polémicas. Sentar a Casillas el sábado fue un órdago en toda regla. Quizás el mayor en sus dos años y medio en el club. Justo antes de Navidades y en un partido muy importante, más por imagen que por aspecto puramente deportivo. El mensaje era claro: aquí solo mando yo y nadie es intocable. Ni siquiera el emblema del club, el capitán. El motivo, que el mostoleño está mal. Algo evidente pero que nadie se atrevería a castigar por cuestión de estatus. Menos él.

El tema es que Mourinho ha demostrado que le da igual lo que se diga de él. Que hace lo que cree conveniente. Gustará más o menos, pero es genuino. Seguramente Casillas vuelva al once el día de Reyes ante la Real Sociedad. La idea era dejarle claro al vestuario que la intensidad es fundamental, que aquí nadie juega por nombre. Y bajo desde ese prisma es asumible su decisión a pesar de su incomodidad. Nunca gusta ver a Casillas en el banquillo, pero su presencia debe ser leída entre líneas: esta camiseta merece estar al 100% todos los días.

Desde hoy nos quedan por delante dos semanas larguísimas. Muy duras. Días para reflexionar, pero siempre con Mourinho como hombre fuerte. Se habla de dimisión, de cese. De traicionar un proyecto por un fracaso puntual en la Liga. De olvidar lo que consiguió este Madrid el año pasado. Pero todavía hay vida en la Copa del Rey y en la Champions. Son dos títulos que mantienen las constantes vitales de la temporada. Hay quien ya ha matado al Madrid, quien ya ha cogido la pala para enterrar al equipo blanco mientras clama por mandar muy lejos al portugués. Es gente que llevaba años esperando este momento. Porque ahora es cool atacar a Mourinho Pero que nadie olvide que el Real Madrid todavía respira. Y eso ya es mucho.

 

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