El Real Madrid ha fichado un portero porque, con la lesión de Casillas, sólo contaba con tres guardametas para cubrir cuatro puestos entre el primer equipo y el Castilla. Con Adán, Jesús y Tomás Mejías, Mourinho y Alberto Toril habrían tenido un enorme problema a la hora de preparar sus convocatorias. Y es que, por si la lesión de Casillas fuera poco, hay que recordar que Fernando Pacheco también se encuentra de baja para toda la temporada. Es decir, que el club iba a tener que pasarse los tres largos meses de lesión de Casillas con unas carencias gravísimas en la portería.
Una vez dicho esto, que haya sido Diego López y no otro portero el que ha llegado significa, en mi opinión, tres cosas: la primera de todas, que el Real Madrid no pretende crearle una competencia excesivamente dura a su capitán, Iker Casillas; la segunda, que Adán se marchará a final de temporada y el lucense será el suplente de Iker; y la tercera, que Adán y Diego López se crearán competencia mutua en los meses de ausencia de Casillas.
En este momento, no pondría la mano en el fuego porque Diego López será el portero que salga de inicio ante el Barcelona, del mismo modo que tampoco la pongo por Antonio Adán. Mourinho deberá decidir, y si elige a Diego López será porque cree que el lucense está mejor. No porque no confíe en Adán. Me parece de mal gusto que aún haya quien se atreva a cuestionar la suplencia de Iker ante Málaga y Real Sociedad, una llamada de atención que le sirvió para encadenar una de sus mejores rachas de imbatibilidad hasta el día de su lesión. Eso no significa que ahora que no está Casillas Adán vaya a ser titularísimo. El puesto hay que ganárselo, te llames Iker o te llames Antonio.
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