Iker Casillas, como capitán madridista, fue el hombre encargado de recoger el trofeo de manos de Michel Platini. Los blancos demostraron que un torneo de esta importancia se puede ganar sin recurrir al juego sucio y a las patadas. Pese a que algunos se empeñaron en la previa de acusar de violento al portugués Pepe.
DEJA TU COMENTARIO