La jugada a priori parecía una más. Sergio Ramos saltó como otras tantas veces por un balón aéreo dividido y su rival Krychowiak hizo lo propio. Pero la mala suerte hizo que el polaco estrellara de frente su cara contra la nuca del sevillano, por lo que ambos quedaron tendidos en el suelo víctimas de la conmoción. El jugador madridista no tuvo ninguna culpa de la acción, pues fue su rival el que se equivocó al pelear con tanto ahínco el balón.
De hecho, el sevillista se llevo la peor parte del golpe e inmediatamente empezó a sangrar de forma copiosa, de forma que los servicios médicos del equipo andaluz se lo llevaron a la banda para intentar cortarle la hemorragia. La intención era solucionar rápidamente el percance, pero la gravedad de la lesión - una fractura de nariz - prolongó durante varios minutos los cuidados médicos, por lo que el Sevilla estuvo cerca de diez minutos con un futbolista menos sobre el campo.
Probablemente lo acertado hubiera sido solicitar inmediatamente el cambio, pero Emery prefirió esperar y el Real Madrid aprovechó estos momentos de duda para poner el 0-2 en el marcador que a la postre sería definitivo. Cristiano Ronaldo anotó los dos goles aprovechando esta superioridad y desde entonces los merengues dominaron con solvencia el marcador en uno de los campos más complicados de España y de Europa. Fue una jugada de azar y de mala suerte que en este caso perjudicó al Sevilla y benefició al Madrid, pero que al fin y al cabo no deja de ser fútbol.
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