No contaba para Rafa Benítez. De hecho en los últimos tres partidos del preparador madrileño en el banquillo merengue, Isco no jugó ni un solo minuto. El mercado de invierno estaba a punto de abrirse y el futbolista estaba completamente convencido de que en esas condiciones no quería seguir. Las informaciones apuntaban a que el de Arroyo de la Miel se estaba buscando equipo y que se marcharía antes de que finalzara enero.
Pero un empate en Valencia significó el adiós de Rafa Benítez. Zidane se hizo cargo del equipo y desde el primer momento el francés le dio galones de indiscutible a Isco. Cinco partidos de Zizou en el primer equipo y cinco titularidades para el internacional español. El andaluz siempre ha sido muy del agrado de Zinedine e incluso apostó por él antes que por James, dejando al cafetero en el banco ante Deportivo de la Coruña y Sporting.
Le ha devuelto toda la confianza y eso se nota sobre el terreno de juego. Vemos a un Isco que quiere y pide el balón, que encara a los rivales y que no le importa llevar el peso ofensivo del Real Madrid, algo que con Rafa Benítez apenas vimos. Desde el principio jugador y entrenador no se entendieron y el técnico prefería decantarse por otros jugadores. Ahora, Isco vuelve a ser el mismo que enamoró al madridismo.
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