El Atlético de Madrid basó la final en un fútbol agresivo, en el que cedió la pelota en los primeros treinta minutos. El Real Madrid quiso sentenciar la final por la vía rápida. Los de Zidane apretaron, presionaron, movieron la pelota con calidad y obligaron a los rojiblancos a correr detrás de la pelota.
Pero el partido cambió tras el tanto de Sergio Ramos. El Atlético se hizo con el control y fue el Madrid quién tuvo que correr detrás del esférico. Pese a todo, la circulación atlética no era tan precisa y el encuentro terminó por igualarse con el paso de los minutos. Simeone le pedía rigor constante a los suyos mientras que Zidane se desesperaba pidiendo cabeza y circulaciones largas de pelota.
La prórroga fue un quiero y no puedo. El Atlético estaba asfixiado y el Real Madrid jugaba con ‘9’ por las lesiones de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. 144 kilómetros completó el Atlético de Madrid que no le valieron para nada. El Rey de Europa volvió a agrandar la leyenda. Son ya 11 Copas de Europa. Algo inenarrable, inexplicable e impresionante. El mito del Real Madrid en Europa parece no tener fin.
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