Cravo reconoce que Cristiano “siempre fue un joven ambicioso y curioso”. El ahora delantero madridista pertenecía a la escuela del Sporting y se alojaba en un modesto hostal de la capital lisboeta junto a su compañero Miguel Paixo. Allí veían los partidos del Real Madrid y el ‘7’ repetía sin cesar a su compañero: “algún día jugaré con esa camiseta, te lo aseguro”. Miguel Paixo se reía y solamente acertaba a responderle: “deja de decir tonterías, anda”.
La velocidad siempre ha sido una de las obsesiones de Cristiano. En la calle, cuando era un niño, Cravo confiesa que “Ronaldo retaba a los coches para ver quién era más rápido”. Semejante ambición no viene de ahora. Para llegar el mejor futbolista del planeta durante tantos años seguidos hay que tener un talento especial y el de Madeira es un animal del deporte.
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