Kovacic en el partido ante el Osasuna
El Real Madrid regresaba este domingo al Santiago Bernabéu con una pesada losa sobre sus espaldas. En los dos últimos partidos ligueros del equipo en casa no se había podido conseguir otra cosa más que el empate, por lo que la obligación en esta 9ª jornada de Liga era ganar al Athletic de Bilbao para evitar encadenar un nuevo disgusto ante la parroquia merengue.
El conjunto blanco no está acostumbrado a empatar dos partidos consecutivos, y menos en su propio estadio. Por eso el pequeño bache que atravesó el equipo de
Zidane en los últimos días generó algunas dudas, aunque los triunfos a domicilio ante el
Betis y en
Champions en casa ante el
Legia sirvieron para volver a traer la calma. O al menos de forma momentánea hasta que el equipo refrendara este domingo su mejoría ganándole al
Athletic de Bilbao en el
Santiago Bernabéu.
Los dos anteriores choques ligueros en el feudo merengue habían terminado de forma idéntica, con empate a un gol ante el
Villarreal y el
Eibar. Así que este fin de semana el duelo ante los 'leones' era más importante de lo habitual, y no solo por el valor de los tres puntos. Y es que un nuevo empate o una derrota hubiera dejado patente que el Real Madrid tenía un problema en su estadio, precisamente en el lugar donde más sólido debe mostrarse siempre.
Por fortuna el conjunto blanco ha sabido solventar el compromiso con la tercera victoria casera en Liga y la quinta de la temporada - sumando las de
Champions ante el
Sporting de Lisboa y el
Legia de Varsovia -, lo que de paso le ha permitido recuperar el liderato en solitario tras el pinchazo del
Atlético de Madrid en el
Sánchez Pizjuán. Por eso la lectura de estos dos errores previos no deber ser mala, ya que a pesar de ellos los blancos todavía conservan su posición de privilegio al frente de la
Liga.
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