Zidane cogió al equipo en una situación muy delicada. El vestuario estaba dividido, algunos jugadores estaban molestos con la directiva por la destitución de Carlo Ancelotti y el proyecto de Benítez no convencía. El marsellés logró aunar de nuevo fuerzas, unió a todos los estamentos del club y, en apenas, unas semanas, la imagen que transmitía el Real Madrid sobre el césped se dio la vuelta como un calcetín.
La apuesta por el galo fue arriesgada; los resultados del Real Madrid Castilla no estaban siendo especialmente brillantes pero, rápidamente, las dudas se disiparon. Los futbolistas inocularon su mensaje casi desde el primer instante. Enfrente tenían a un crack de la historia del fútbol, pero a su vez, a un hombre sencillo, que dialoga permanentemente con el jugador y que trata a todos los miembros de la plantilla de la misma manera. Para Zidane vale igual la importancia de Cristiano Ronaldo que la de Rubén Yáñez.
La sinceridad y su gestión del vestuario están siendo los pilares sobre los que se ha basado para cuajar un 2016 casi perfecto. Pero si alguien conoce la exigencia permanente del Madrid ese es Zidane. El próximo objetivo de ‘Zizou’ es lograr que la plantilla no caiga en la relajación, y parece haberlo logrado. Frente al Sevilla se vio a un Madrid hambriento y con ganas de seguir agradando a su parroquia. La obra de este gran Madrid se llama Zinedine Zidane. Un hombre que se viste por los pies y que sigue siendo el tipo humilde que un día comenzó en esto del fútbol…
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