El Madrid puede acabar siendo el verdugo de Emery

---

El equipo francés solo está construido para ganar. Tras invertir centenares de millones en los últimos cuatro o cinco millones de euros sus dirigentes exigen ganar cada año todos los títulos que se ponen en juego en Francia y al menos pelear (llegando a semifinales) la Champions League. Pero la campaña pasada el equipo dejó escapar la Ligue 1 y en Europa hizo un ridículo absoluto al dejarse remontar en los octavos el 4-0 favorable que tenía respecto al Barcelona tras el partido de ida.

Sin embargo, y pese a todo, el club decidió mantener a Emery en el banquillo. Y lo hizo dejándole claro que no le iba a dar más oportunidades. Desde hace cinco meses el técnico español trabaja sin 'red' en París, y a sus responsables poco les importa los escollos que haya por el camino: esta temporada hay que ganar sí o sí el 'triplete' porque las inversiones en los fichajes de Neymar y Mbappé obligan a ello. Cualquier otro resultado sería un auténtico fracaso, de hecho quizá uno de los más grandes de la historia del fútbol.

Por eso Emery vive con preocupación estas semanas previas al duelo de Champions con el Real Madrid. Como apunta el diario 'Marca' el entrenador se teme que una eliminación en octavos ante el vigente campeón pueda suponer su 'fin' como máximo responsable del PSG. De hecho, en los últimos días se ha llegado a especular con que incluso podría ser cesado durante estas Navidades por los malos resultados recientes y por su falta de mano diestra para lidiar con los problemas del vestuario. Pero este supuesto parece complicado que se acabe produciendo antes del doble duelo ante los de Zidane.

Así que la eliminatoria entre el PSG y el Real Madrid será de 'vida o muerte' para Emery. Por eso lamenta su mala suerte al tener que cruzarse con el mejor equipo del mundo en los últimos años, y acepta con resignación que la prensa especule con el nombre de sus posibles relevos. En París gustan mucho nombres como Mourinho o Antonio Conte; sin olvidar otros como el de Carlo Ancelotti. Aunque se aferra a la idea de que mientras hay vida hay esperanza. A eso y al mejor tridente de ataque del mundo, claro.